EL CASO URIBE: POBRE CONGRESO NACIONAL
(Piura, 04 junio del 2014)
Luis Gulman Checa

El circo armado en la Comisión de Ética del Congreso ante la absolución de Zenaida Uribe por su presunta falta de Tráfico de Influencias, al encerrar una  tremenda carga de cinismo y/o hipocresía; confirma que  nuestro país no tiene futuro, pues, si la “noticia” del momento es tremenda payasada aderezada con la renuncia de Humberto Lay a presidir dicha Comisión, habiendo sobre el tapete numerosos temas de verdad trascendentes, queda claro que el país continúa yendo derecho al hoyo.

¿Por qué hablo de cinismo e hipocresía? Porque en el país - supongo también en el mundo - el Tráfico de Influencias es consubstancial a la naturaleza humana, y, con mayor razón, a estas personas que, de la noche a la mañana, pasan de no ser nadie a “Padres de la Patria”. Técnica y legalmente, cuando un congresista, que no maneja recursos públicos y carece de iniciativa, pide algo a un funcionario, aunque sea el arreglo de las veredas de su villorrio de origen, incurrió en el manoseado Tráfico de Influencias. Así,  no creo exista un solo congresista que no haya incurrido en dicha falta.

Téngase presente que el suscrito  opina con conocimiento de causa, pues, para bien o para mal, en diversas oportunidades tuvo a su cargo la conducción de importantes entidades públicas. Mi apreciación sobre el caso Uribe: si fuera cierto que el director del Colegio presionado por Uribe para la prórroga de un contrato fue echado del cargo porque no accedió a lo solicitado, la pregunta obvia es, ¿quién debería ser sancionado, la congresista o el pobre diablo que, siguiendo sus órdenes, echó al director? La respuesta, creo, la tendría en la punta de la lengua hasta un niño de cinco años.

El voto del aprista Mulder a favor de Uribe lo honra, pues, hubiera sido el colmo del cinismo y la inconsecuencia que un aprista como él sancionara a una colega por una simple gestión en pro de un allegado. ¡A buen entendedor, pocas palabras!

Para informar y ayudar a “abrir los ojos” a la opinión pública, relataré un hecho real. Año 93 o 94 y el suscrito recibe en el despacho de la presidencia de ENO S.A. al, entonces, constituyente, Pedro García, quien ¿solicita, pide, ordena? se electrifique  La Quinta, Marcavelica,  Sullana. La empresa venía trabajando muy bien y logrando positivos avances pero, en ese momento no había ninguna posibilidad de acceder a semejante pedido. Probablemente la respuesta que recibió el Constituyente no fue la adecuada, aunque dudo haya contenido los términos claros y directos que merecía. Sin embargo, a los pocos días, García presentó una denuncia contra ENO S.A. en el Congreso señalando una serie de cargos insubsistentes.  Naturalmente semejante bodrio quedó en nada y desestimado. Pero, el Estado gastó una suma importante de dinero por la mala acción de semejante “pobre diablo”: funcionarios redactando cientos o miles de hojas, acopiando y anexando documentos, viajando a Lima a reuniones en el Congreso, etc.

Pregunto a usted, estimado lector, ¿acaso el suscrito no hubiera merecido ser echado del cargo e, incluso hasta que, figurativamente, le cortaran los h…. por idiota de haber accedido diligentemente al pedido del Constituyente? Yo digo que sí y eso merecen todos los servidores públicos que no se hacen respetar agachando la cabeza ante personas que, muchas veces, personalmente no hubiera empleado ni siquiera como guardianes en los organismos a mi cargo.