PIURA: IMPROVISACIÓN Y DESPERDICIO (II)
(Piura, 30 noviembre 2020)
Luis Gulman Checa
Es una pena que nuestras autoridades no hayan
oído ni tengan la menor idea de qué se trata aquello de que TODA ACCIÓN GENERA
UNA REACCIÓN, como lo demuestra el caos y desorden generado a raíz del
¿ordenamiento? del Mercado Modelo, y, también, la clausura del 7.5, donde se
prestaba un servicio indispensable para muchos varones.
La primera medida propició que los vendedores ambulantes
desalojados no cesaran sus actividades ni un solo día, pues, en el término de
la distancia se ubicaron en jirones y avenidas que lo circundaban. Así, entonces, la referida
acción municipal no solo cambió
mocos por babas sino que la situación empeoró: atacando y destruyendo el ordenado desorden en el que se
desenvolvían en el M. M., éste se propagó fuera del ¿modernizado? recinto.
Respecto a la otra, la clausura del prostíbulo,
generó lo que era previsible para cualquier persona con dos dedos de frente:
las féminas, privadas de su centro de trabajo, se vieron obligadas a buscar
otros lugares para brindar la atención requerida por sus clientes, generándose
informaciones como la siguiente:
La prostitución que se
ejerce en la zona de Mariscal Tito y Bello Horizonte, a vista y paciencia de
las autoridades, está atrayendo a delincuentes que roban a los parroquianos y a
los mismos vecinos de la zona.
Me pregunto, una vez pasada la cuarentena dando
paso al reinicio de las actividades de todo orden, ¿por qué no se reabrió el
7.5 bajo las mismas condiciones imperantes en todos los lugares donde asiste el
público? Obvia y naturalmente, tanto el demandante como la servidora debían
adoptar las medidas necesarias para que el intercambio no diseminara el Covid.
Además, por ahora, no entiendo el objetivo de
la autoridad municipal al haber inundado la ciudad, con personas de ambos sexos,
con el título de fiscalizadores, pues, según se aprecia, salvo deambular
hablando por sus modernos celulares premunidos de audífonos, no cumplen ninguna
función deviniendo en auténticos e inútiles convidados de piedra.
Así, entonces, como se cosecha lo que se siembra,
solo nos queda revestirnos de paciencia rogando que, la próxima vez que toque
acudir las urnas - mientras siga vigente
la fatal norma de elegir a las autoridades en vez de designarlas -, el Espíritu
Santo nos ilumine y aupemos a personas capaces e idóneas.