¿SERÁ POSIBLE ERRADICAR EL TRÁFICO DE DROGAS?
(Piura, 30 noviembre del 2016)
Luis Gulman Checa
El editorial de “El Tiempo”, edición de la
fecha, alertándonos sobre la proliferación de cultivos de marihuana a las
puertas de Piura, fue el acicate para referirme, una vez más, a la guerra
inútil, vana y perdida de antemano desatada
contra el TRÁFICO DE DROGAS, el cual
es una cadena cuyo primer eslabón lo constituye la siembra de los diferentes
cultivos de los que se extraerán las drogas.
A juzgar por los hechos que hemos conocido a
lo largo de las últimas décadas, involucrando de capitán a paje, es decir,
desde altos dignatarios/autoridades/políticos/empresarios/policías/magistrados hasta
las modestas personas, pata en el suelo, de
los primeros eslabones; debemos concluir que, dentro de 100 o 200 años - en
caso la tierra aún continuara
habitada por el hombre -, las informaciones serían como las actuales, es decir,
el TRÁFICO continuaría vivo
y coleando.
La razón que torna inútil la guerra actual es la hipocresía que
la sustenta, por cuanto, si de verdad creemos que las drogas son tan dañinas al
hombre como, por ejemplo, la rabia; si quisiéramos ser consecuentes, los traficantes,
simple y llanamente, tendrían que recibir el mismo trato que el
dispensado a los perros rabiosos: debieran eliminarse en el acto.
Mas, como
el tema de los DERECHOS HUMANOS se
ha tornado sagrado e inviolable, aún para seres que de humanos solo tienen la
apariencia; tal medida deviene en imposible, ergo, la cadena continuará firme y
sólida aunque cambien las latitudes, personas, métodos y, cómo no, las autoridades
corruptas.
Entonces, si en lo expuesto hubiera sustento
y racionalidad, ¿cuál es el objeto de continuar con esta guerra que viene dejando
secuelas atroces sin lograr disminuir un ápice el TRÁFICO que, supuestamente, debería estar siendo erradicado?
Está más claro que el agua que el statu quo
es conveniente y provechoso para el gran número de pícaros/sinvergüenzas/corruptos
que, debiendo dedicarse a combatirlo, optan, por lo contrario
dejándose romper las manos por los empresarios/capitanes de tan
formidable negocio.
Lo más penoso de la situación actual es que
la solución es sencillísima y se infiere de un conocido aserto: Muerto
el perro, muerta la rabia, lo que se traduce así:
Despenalizando la
producción, comercio y consumo de drogas (la muerte del perro), las drogas
valdrán centavos (muerte de la rabia) y el Tráfico desaparecerá.