ESPANTOSO RIDÍCULO
(Piura, 24 mayo 2023)
Luis Gulman Checa
La
portada de “Correo”, edición de la fecha, me trajo una pizca de esperanza al
creer que, por fin, las ¿autoridades? competentes iban a sacar a la luz las
trapacerías y robos perpetrados burlándose de los anhelos altopiuranos de
derivar las aguas del río Huancabamba a su valle. Sin, embargo, la desilusión y
vergüenza ajena me invadió de inmediato al enterarme que el tremendo circo
había sido motivado por las dudas sobre la adjudicación de una mini obra de 27
millones de soles.
Preguntémonos
lo siguiente:
Acaso, los infelices y pobres diablos encargados de hacer respetar las
normas, ¿desconocen que en ese proyecto, desde más de una década atrás, se han
festinado cientos de millones de soles sin, prácticamente, ningún avance de
obra?
¡Cuidado!
No pretendo defender la citada adjudicación (además no tenía idea de su
existencia ni conozco los detalles) de modo que mi lamento y decepción no es
por la circense intervención sino por la sensación que, con ella, se pretende,
subliminalmente, echar tierra y/o sumir
en el pozo del olvido el incalificable robo perpetrado desde años atrás en la
fallida derivación.
Si
imperaran el sentido común y la honradez, hace mucho rato que el Peihap debería
haber desaparecido, pues, siendo su tarea fundamental derivar el agua del río
Huancabamba al valle del Alto Piura, la misma ya se difuminó en el espacio
desde varios años atrás: Desde que los lambayecanos se llevaron esa agua para irrigar
las Pampas de Olmos, las cuales lucen formidables desarrollos agrícolas de alta
tecnología.
Entonces,
¿acaso se requiere ser un genio para entender que es irracional un ente solo
útil para mantener mamando de la ubre pública
una serie de innecesarios, además, en el colmo de la estupidez, de seis
personas integrando el Consejo Directivo y cobrando, cada una, m/m S/. 5000
mensuales.
Esta
situación es una de las más claras demostraciones que Piura, a raíz de la “maldita”
democracia, desde tiempo atrás cayó en manos de reales saqueadores del erario,
quienes, traicionando sus supuestos juramentos al asumir los cargos y zurrándose
en el progreso e intereses de las grandes mayorías que, supuestamente, debieran
defender, tienen como único objetivo llenar sus sucios bolsillos con dinero del
erario.
¿Será que tenemos lo que merecemos?