HARAKIRI CHILENO
(Piura, 30 octubre 2020)
Luis Gulman Checa
Reconfirmando que, de vez en cuando, se dan comportamientos
humanos reveladores que los pollinos son más racionales; los chilenos acaban de
firmar su, figurada, sentencia de muerte aboliendo una Constitución que los
catapultó a la cima de los países sudamericanos. ¿La razón? Son varios los alegatos
de los protestantes, sin embargo, leí un texto “excrementicio” justificando el hecho por cuanto, la
Constitución abolida fue promulgada cuando gobernaba un criminal. ¿Se puede
preparar tortillas sin romper cascarones?
¿Acaso los rebeldes “hermanos del sur” son
ciegos y sordos de modo que no se han enterado de la desgracia abatida sobre
países cercanos - mil veces más ricos que ellos - infectados por el mismo
mortal virus, el cual, en vez de hacer que la vida de sus ciudadanos sea similar
a la de las almas que gozan del paraíso, la sumió en el caos y desamparo que
padecerán en el infierno?
Me refiero, como es obvio, a Argentina y Venezuela,
señalados en orden cronológico respecto al tiempo que fueron infectadas. No
obstante, tienen más ejemplos a la mano, como dice el paisano, aquisito nomás, en el Perú, cuando otro
militar, fatalmente hermanado con los que destruyeron los citados países, con
el vacuo y falso discurso de que, los patrones, NUNCA MÁS COMERÍAN DE LA POBREZA
DE LOS OPRIMIDOS Y EXPLOTADOS, perpetró un
harakiri similar al que se han auto infligido los chilenos. Así,
destruyó lo que bien puede calificarse como Aparato Productivo Nacional,
empezando por la Agricultura con la malhadada y nefasta Reforma Agraria, la cual,
en vez de redimir a los supuestos explotados, los arruinó privándolos de
trabajo e ingresos.
Digresión:
¡Cuán maravilloso
podría ser el Perú (Piura especialmente) de no haber irrumpido en el escenario
el “Atila” Velasco Alvarado!
Estando próximos a un proceso electoral y,
reflexionando sobre hechos pasados en el Perú y en Chile, me pregunto si
llegaremos a buen puerto, es decir, si lograremos librarnos de las lacras
que nos asolan, empezando por la maldita y nefasta corrupción, de seguir
aplicando a nuestros males la medicina llamada “Eleccionitis”. Analicemos, en primer lugar, el caso chileno. Allí,
el citado mal encumbró a Salvador Allende, quien además de postrarse a los pies
del sátrapa Fidel Castro arruinó el país al extremo que los chilenos
abandonaban el país tan igual como las ratas saltan del barco naufragando. Así,
¿quién redimió y salvó el país del sur? Un gobernante que llegó por la vía
rápida, es decir, sin elecciones de por medio y aplicando, como no podía ser de
otra manera: MANO FUERTE. Sin embargo, tras casi cuatro décadas de la salvación
de Chile, de nuevo al hoyo.
En el Perú se repitió la figura, pues luego del
desastre generado por el malhadado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada,
sucedido por los regímenes presididos por Fernando Belaunde y Alan García, al
término del cual el Perú estaba arruinado, surgió otro gobernante, quien si
bien entró por la puerta de las
elecciones formales, se deshizo de esa virtual camisa de fuerza pasando a la
condición de dictador, al extremo que se ganó, justamente, el apodo de “Chinochet”,
obviamente en alusión a quien había salvado a Chile.
Preguntémonos:
Un gobierno elegido democráticamente
y con sus tres Poderes funcionando, ¿hubiera sido capaz de aplicar el bárbaro
ajuste económico aplicado por AFF (sin generar ni un solo occiso) que sacó al
Perú del hoyo?