¿2 + 2 = 5?
Luis Gulman Checa
A tal conclusión deben llegar todas aquellas
personas que vienen reclamando la inmediata ejecución del megaproyecto
“Ampliación y mejoramiento del sistema de agua potable y alcantarillado en los
asentamientos humanos en los distritos de Piura, Veintiséis de Octubre y
Castilla”, en 96 de éstos. ¿En qué me fundo para semejante sentencia? En la
siguiente información aparecida, días atrás, en primera plana de “Correo”:
Solo 1 de 6 piuranos
tiene acceso a agua
Entonces, estando sufriendo los piuranos un
brutal déficit de agua potable, siéndole imposible a la empresa prestadora
atender a sus actuales clientes; ¿acaso no implica supina irracionalidad exigir
la ejecución de semejante obra cuando no hay agua disponible?
Tal exigencia me trae a la mente la ejecución
del Oleoducto Norperuano en la época del “Atila”, Juan Velasco, devenido en
brutal “elefante blanco” por cuanto no hay petróleo para transportar, lo que
debe llevarnos a formularnos la siguiente reflexión: ¿Cuánto dinero se habrá
tirado al desagüe y/o a bolsillos pestíferos?
Cambiando de cristal, dirigiendo la mirada a
las cotidianas informaciones mediáticas y, también, a reiteradas declaraciones
del Contralor de la República referidas a que la ejecución de obras públicas,
en general y de toda clase, vienen siendo útiles para robar los recursos del
erario, sembrando el país de esperpentos
tirados y abandonados, como, para señalar una pequeña y otra enorme, la
construcción del sistema de alcantarillado en el balneario La Esmeralda y la
desviación del río Huancabamba al valle del Alto Piura; ¿acaso no debería
“ponernos los pelos de punta” el tan siquiera pensar qué final tendría
semejante obra?
Si en el Perú reinara la racionalidad y el
sentido común, como tiene que ser en países auténticos, ¿acaso la urgente tarea
a emprender no debería ser incrementar la producción de agua potable en todo el
departamento, habida cuenta que el déficit no solo asola a la ciudad de Piura
sino a todas las provincias?
Si continuamos analizando tan crítica y
lamentable situación, ¿acaso no deberíamos llegar a la conclusión que servicio
tan vital, como lo es agua potable y desagüe, tiene, obligatoriamente, que
estar a cargo de una empresa auténtica, que no tendría semejanza alguna con el
incalificable esperpento actual llevado a tal estado por haber dependido de las
autoridades municipales?
¿Recuerdan cómo años atrás era una tarea
titánica lograr que la empresa pública de telefonía atendiera a un nuevo
solicitante? En cambio, hogaño, tras las privatizaciones, hasta los perros
vagos cuentan con un celular en el cuello.