EL CHOLO DE HARVARD

 

(Piura, 22 octubre 2024)

 

Luis Gulman Checa

 

Fue una real desgracia para el Perú que Alejandro Toledo no fuera el presidente extraordinario que se esperaba dadas sus raíces y ejecutoria de vida, de lustrabotas a graduado de Stanford, pues, no olvidemos volvió al país a ESAN.

 

Sin embargo, recordemos que su elección fue consecuencia de un lamentable tropiezo que afectó nuestra historia: los humanos celos de Matilde Pinchi al verse despreciada por Vladimiro Montesinos, enceguecido y obnubilado por una auténtica diosa, lo cual, como sabemos, lo pagó con sangre y fuego, y, fatalmente, el país también sufrió un golpe muy fuerte al truncarse el mandato de AFF que había sacado al país del hoyo donde lo dejó Alan García y estaba trepando hacia la estratósfera. Así, entonces, formulémonos una reflexión:

 

¿Cómo estaría hoy nuestro país si Vladimiro no hubiera descuidado a Matilde?

 

Otra conclusión obvia a raíz del desafortunado paso de Toledo por la presidencia es que los títulos, cartones, maestrías y doctorados no garantizan en absoluto que el portador vaya a desempañarse maravillosamente en la tarea que se le encomiende, pues, hay otros factores o cualidades imposibles de adquirir en las aulas, por ilustres que sean, y, obviamente, están ligadas a los genes.

 

No obstante, ATM acaba de ser condenado a 20 años y 6 meses de prisión por colusión y lavado de activos. Sin embargo, personalmente considero imposible que él haya perpetrado el delito de colusión, definido así: “cuando el servidor público pacta con un tercero para defraudar al Estado en los contratos públicos de bienes, obras o servicios que se le ha encargado”. ¿Por qué? Por cuanto, por más presidente que sea no PUDO TENER NADA QUE VER CON LA ADJUDIACIÓN DE OBRA ALGUNA.

 

Todos los contratos públicos de esta naturaleza son definidos por las Comisiones de Adjudicación, entes autónomos e independientes sobre los que ni el Espíritu Santo, el Papa y, menos aún, un simple presidente de la República, tienen la menor posibilidad de influir. Siendo ello innegable, tenemos que concluir que, si realmente él definió al contratista a cambio de una coima, infinidad de personas, incluidos los miembros de la Comisión, el responsable del ente público dueño de la obra, y muchos más, tendrían que haber sido llevados al patíbulo mucho antes que el presidente de la República.

 

Sin embargo, echando nubes sobre lo expresado, será verdad que pronunció la frase “PAGA BARATA CARAJO”.