MI PRIMO VICTOR

Luis Gulman Checa

El martes pasado nos dejó otro primo muy querido y estimado, como fue Víctor Helguero Checa, íntimamente ligado a “El Tiempo” durante casi toda su vida adulta y productiva. Como se comprenderá, de esa faceta de su existencia no me ocuparé ahora por cuanto acaban de hacerlo con amplitud y claridad muchos auténticos hombres de prensa, de modo tal que su ejecutoria en el periodismo regional ha sido debidamente recordada y enaltecida.

Deseo recordar a Víctor en su faceta como integrante de la generación de la familia Checa que contó con treinta y ocho primos hermanos, de los cuales a la fecha sobrevivimos veinte. Si bien es verdad la mayoría fallecieron a consecuencia del inapelable imperio de las leyes de la naturaleza aliada con el indetenible discurrir del tiempo; otros nos dejaron muy jóvenes por esos insondables designios del Señor, incomprensibles para seres imperfectos como nosotros, ante los que sólo queda agachar la cabeza y resignarse.

A Víctor lo recuerdo desde que tuve uso de razón por cuanto, soltero aún, vivía en la - también fatal y lamentablemente fallecida - Casa Eguiguren, y como mi familia vivía en los altos de la gran Casona, en cierta forma vivimos juntos un tiempo. Él, en aquellos tiempos joven, buen mozo, amiguero, jaranista, simpático, cotizado y muy divertido; se hacía querer por todos. Además, era especialmente engreído y mimado por nuestras “Mamas”: Antonia, Cristina y María, para una de las cuales, creo que María, fue el sobrino nieto preferido y engreído.

También recuerdo que, para mis hermanas, Víctor y Javier, eran primos especiales, cumpliendo o desempeñando el papel de hermanos mayores que el destino no les proporcionó. Demostración de lo dicho es que cuando Teresa, esposa de Víctor, enfrentó el trance de dar a luz por primera vez, se alojó en casa de mi hermana Berta, desde siempre íntima de Víctor. Lo recuerdo bien porque estaba culminando mi secundaria en Lima y vivía en casa de mi hermana y madrina. Así pues, como varios días acompañé a Teresa a caminar por recomendación médica, casi puedo decir que ayudé a venir al mundo a Luz María.

Ahora que nos toca ocuparnos de atender el último viaje terreno de Víctor, pienso que él debe haber sido el primo que más tareas de esta naturaleza asumió en el curso de su vida. La primera que recuerdo fue la muerte de Bernabé al filo de 1950. Este viejecito encorvado y cascarrabias, oriundo de nuestras serranías, miembro inseparable de la Casa Eguiguren, había sido valet de nuestro tío abuelo Víctor Eguiguren Escudero fallecido en 1918. La muerte, velorio y sepelio de Bernabé correspondieron al de un miembro más de la familia, y desde aquella oportunidad recuerdo a Víctor cumpliendo con la tarea que asumiría en innumerables oportunidades posteriores, generalmente en la misma Casa.

Cuando asomó en mí el afán por escribir, obviamente se profundizó mi relación con Víctor y, a pesar de que para esas épocas ambos podíamos ser calificados de hoscos, parcos y/o secos - aunque generalmente las apariencias engañan -, nos entendíamos y comunicábamos perfectamente. Nunca podré agradecer su paciencia y buena voluntad, aguantándome y aconsejándome. No obstante, tengo la sensación que finalmente se sintió satisfecho por lo que pudimos aportar a la página editorial del Diario difundiendo ideas entre la ciudadanía regional.

Recuerdo particularmente un día del 2006, cuando le conté que un novel Congresista piurano del Partido me había buscado eufórico para decirme que debía ser el candidato a la presidencia del Gobierno Regional en las elecciones de ese año. Víctor, no dudo pensando en lo mejor para mí, me dijo: “no te metas, no te conviene”. En realidad no me correspondía ni hice nada, pero, según oí, mi promotor sí hizo su trabajo porque algunos trascendidos me llegaron.

La partida de Víctor ha sido envidiable. ¿Quién no quisiera irse como él lo ha hecho, despedido por su digna y respetable esposa y compañera y sus seis hijos y numerosos nietos, todos demostrándole inmenso amor, sin duda retribuyendo el cariño, cuidado y esmero que él les prodigó permanentemente?

Finalmente, querido primo, descansa en paz, y puedes hacerlo porque la mejor prueba de que pasaste limpia y dignamente por este mundo, es que por acá quedaremos muchos que te vamos a extrañar de todo corazón.

Piura, 28 abril del 2010.
(Publicado en Suplemento Semana del Diario El Tiempo)