Rompemuelles: ¿Emblema del subdesarrollo?

Luis Gulman Checa

Como se comprenderá, me refiero a las ¿hinchazones, gibas, potras, excrecencias, trampas invisibles y mortales? las cuales, así como los hongos tras la lluvia, vienen proliferando incontenibles en carreteras, pistas y calzadas, sean éstas antiguas o recién construidas. Es tan fantástica e incontenible su multiplicación que en nuestro país, así como es reconocido y legítimo el llamado “sueño de la casa propia”, se ha desatado lo que bien podríamos tipificar como el “supremo anhelo por el rompemuelle propio”.

Lo peor de este irracional afán por destruir nuestras vías con tales engendros, de ser cierta la información que llegó a mis oídos, es que en el ¿gran país del norte? fueron desterrados al determinarse que el aparentemente inocuo bache al pasar sobre ellos, podía originar u originaba desprendimiento de retina en los ocupantes del vehículo. Tal conclusión debería hacernos reflexionar respecto a cuántos riñones criollos y embarazos peruanos se habrán afectado o concluido bruscamente, según sea el caso, por culpa de estos esperpentos.

Lo peor y más triste de la proliferación de rompemuelles, es el implícito reconocimiento de que los conductores del Perú somos tan pero tan brutos al extremo de lindar con la cuasi deficiencia mental que, cuando nos acercamos a una población o vemos personas circulando cerca de o cruzando la pista, en vez de disminuir la velocidad, nos brota de lo más recóndito de nuestro espíritu pisar a fondo el acelerador. Es decir, seríamos tan salvajes que nos agobiaría el deseo de chancar seres humanos como si fueran gusanos.

Pensemos en un hecho incontrovertible: estos adefesios afectan la marcha de todos los vehículos, tanto de día como de noche y haya o no algún ser viviente a la vista. Es decir, desgastan los sistemas de freno, malgastan combustible y hacen perder tiempo. Por si no nos hubiéramos dado cuenta, estos mamarrachos, por las razones recién expuestas, también hacen perder sumas fantásticas de dinero a los propietarios de los vehículos. ¡Dios colme de paciencia y lleve a su vera a los sufridos y santos conductores de camiones pesados obligados al tormentoso suplicio de transitar la vía Sullana - Paita!

Asimismo, al ser los únicos importadores de chatarra rodante y no existiendo prácticamente control del tránsito al actuar nuestros policías como si fueran ciegos, permaneciendo impasibles cuando ven pasar vehículos sin luces; están dadas las condiciones para que estos disparates originen accidentes. ¿Por qué? Ante la proliferación de conductores novatos que salen a la carretera embelesados tanto por el paisaje como por la música que disfrutan, pueden acabar empotrados en el vehículo que lo antecede porque carecía de luces de peligro.

Para colmo de males, como lo ha informado la prensa en reiteradas oportunidades, los rompemuelles son cómplices gratuitos de ladrones y asaltantes quienes, aprovechándose de que los grandes buses de pasajeros casi se detienen para sobrepasarlos, en las propias ciudades encañonan a los conductores obligándolos a detenerse y abrir las puertas. Así, los malandrines abordan el vehículo y disponen del tiempo necesario para esquilmar a los pasajeros mientras el viaje continúa con todos los visos de normalidad.

He dejado la cereza para el final. ¿Qué persona en su sano juicio podría oponerse a construir tales disparates “protegiendo” los accesos a los colegios, que albergan a nuestros niños y jóvenes, futuro y promesa de la patria? Con toda seguridad el suscrito por una elemental cuestión de lógica y sentido común. Piense usted, estimado lector, en el número de horas que tiene un año (8,760) comparado con el tiempo empleado en entrar y salir de clases los pocos días que éstas se dictan (m/m 200). ¿Cree usted justo que estos espantajos amarguen la vida a los conductores cada minuto del año, o lo racional sería que los propios interesados, los colegios, tomen sus previsiones en las poquísimas horas que sería necesario?

¿Acaso no han visto en el cine saliendo a la calle frente a los colegios a personas gordas y viejas con cartel en mano deteniendo el tránsito mientras entran y salen los alumnos? ¿Por qué no copiamos tantas buenas costumbres y sí estamos prestos a engullir su comida chatarra e imitar otros vicios y lacras que asolan a los del norte?

Piura, 12 marzo del 2010.
(Diario El Tiempo, 16 de marzo 2010.)