Luis Gulman Checa
Confieso que decidí
desmenuzar lo acaecido con el Alto Piura con el fin de informar, educar y orientar a la ciudadanía para que abra los ojos
inmiscuyéndose en temas que, siendo
vitales, no les suele
dar importancia. ¿A cuáles me refiero? A
los relacionados con el manejo de los recursos fiscales que son de todos, desde
el magnate más poderoso hasta el humilde ciudadano que recorre la ciudad
reciclando desechos. Y ojo: no olvidemos
que cuando se trata de votar, como
los votos no se pesan, las opiniones de ambos valen lo mismo.
Creo que para entendernos
debemos hablar con claridad, aunque a algunos les afecte. No obstante, quien no desee ser mencionado, como he hecho
en estos artículos con varias personas, el camino a seguir es muy simple:
abstenerse de mostrarse y, menos aún, ocupar puestos públicos luego de
haberse “roto los lomos” para ser elegido. Entonces, estando los funcionarios permanentemente
sometidos a escrutinio en lo relacionado a los actos inherentes al cargo que
desempeñan, lo anormal sería no auscultarlos.
Por ejemplo, personalmente me simpatiza César Trelles porque entiendo su naturaleza,
es decir, sé porqué actúa como lo hace. No obstante ello, no puedo callar los múltiples atropellos que perpetró porque
por sobre todo está el bien ciudadano. ¿A qué me refiero al mencionar su
naturaleza? Para él, el partido, los compañeros y la familia, están por encima de todo, y si el jefe le
dijera que se disparara un tiro en la sien, él lo haría sin titubear. Entonces, con mucha mayor razón acató órdenes y/o disposiciones recibidas. Una de
ellas, obvia por pública confesión de
parte, fue la siguiente: “Deja en manos de Remigio el asunto del Alto Piura”.
Resultado: el proyecto se fue al diablo, pero el dinero sucio debe haber colmado varios bolsillos. Usted, estimado lector,
especule quiénes se habrán beneficiado a
costa de traicionar a los alto piuranos en particular y, a Piura, en general.
Ergo, para mí, en última instancia César no es el auténtico responsable del
desastre abatido sobre el Alto Piura. ¿Quién habrá sido?
Pero César fue reemplazado por don JAL quien, de entrada, pese a
haberlo denostado ferozmente durante la
campaña, no solo actuó igual o peor que él colocando en puestos claves a “dos
patas de la infancia”, como ya lo precisé, sino nos mintió al carecer de equipo para gobernar. Por ello,
preguntémonos cómo, personas aparentemente respetables e inteligentes, que lo conocían bien desde su época de
empleado bancario, lo apoyaron tan
decididamente incluido el aspecto económico. ¿Lo habrán hecho preocupados por
el desarrollo de Piura o, más bien, buscando oscuros beneficios propios?
Desde que los departamentos se “regionalizaron”, a partir del 2003,
hemos sido gobernados por dos personas: CTL y JAL. Entonces, resulta oportuno
realizar un somero análisis para determinar cuál de ellos coadyuvó más, tanto a
nuestro desarrollo como a los avances regionales en general.
Sin lugar a la menor duda, CTL sale ganando por goleada, pues, su
gestión es resumible en el siguiente listado de acciones:
·
Propició la
conversión de eriales en campos de cultivo para la siembra masiva de caña de
azúcar y producción de Etanol;
·
Concretó el largo
sueño de explotar los fosfatos de Bayóvar;
·
Propició la
modernización del puerto de Paita favoreciendo las exportaciones y fomentando
la expansión de la agro industria;
·
Construyó la
carretera Tambogrande - Chulucanas,
interconectando tan importantes zonas agrícolas;
·
El Bajo Chira se vio
favorecido con la construcción del Sifón del Chira, asegurando el riego sin problemas en El Arenal, así como con la reconstrucción del puente Simón Rodríguez,
inhabilitado desde 1998.
·
Contrató la
construcción de la carretera Tambogrande-Km.21, incluido el puente, mejorando
la vida a decenas de miles de personas.
·
Apadrinó la irrupción
del movimiento Sodalicio de vida cristiana en la economía regional,
construyéndole un súper puente ad-hoc sobre el canal Principal del Bajo Piura y
concediéndoles “derechos” de riego en el Canal de Derivación para ejecutar un
formidable desarrollo agrícola y, todo ello, por supuesto, a cambio únicamente
de Santas Bendiciones;
·
Destrabó los inconvenientes
que impedían la ejecución del Alto Piura, consiguió los recursos para
ejecutarlo, llevó a cabo el correspondiente Proceso de Selección y suscribió el
contrato para su ejecución. Este logro debió ser el legado imperecedero de su
mandato, pero, fatalmente, cometió el error de seguir órdenes nefastas.
Y don JAL, ¿qué nos ha
dejado? Si alguien tuviera algo que decir al respecto, estoy seguro que la
señora Directora le publicaría la correspondiente reseña.