Urgente ¡Voto facultativo!

URGENTE, URGENTE:   ¡VOTO FACULTATIVO!

Luis Gulman Checa

Siendo cierto que, constitucionalmente,  las personas somos iguales, razón por la que todos tendríamos el derecho de elegir y ser elegidos; en la vida real tal igualdad no existe, pues las diferencias reales e incuestionables entre las personas son enormes e infinitas.

Sinceramente, si de mí dependiera, eliminaría en el acto la elección de autoridades locales y regionales y repondría el antiguo sistema: designación directa por el Poder Ejecutivo. A  aquellos que abran los ojos sorprendidos por mi afirmación, les pregunto: ¿acaso, si así fuera, la presencia de indeseables en estos cargos, que ahora abundan, no se reduciría drásticamente? Sin embargo, como ello deviene en imposible, se torna imprescindible instaurar el voto facultativo como medida paliatoria, evitando la asistencia a las urnas de personas que acuden tan igual como un sediento hato de ganado va en busca de agua, las que, para empeorar la situación, están  desinformadas de lo que se trata.

 No tengo la menor duda que la principal razón por la que nuestro país se encuentra  en un nivel que resulta paupérrimo en comparación con el que debería ostentar, es no solo porque el voto sea obligatorio sino que, peor aún, tal obligatoriedad involucre también a los analfabetos, muchos de los cuales, desgraciadamente, continúan viviendo en condiciones infra humanas, las que, con absoluta seguridad, empezarían a desaparecer si ellos no votaran. ¿Por qué? Por cuanto, en gran medida, son ellos mismos quienes, generalmente, por un “plato de lentejas”, que puede ser real o una falsedad ideológica,  eligen  autoridades  nefastas, cuyo último interés es preocuparse para que esa gran masa electoral salga del estado de postración en el que vive.

Ejemplo de lo afirmado: la población de Cajamarca, siguiendo la noble tradición japonesa de la práctica del haraquiri o suicidio ritual, no pudo tomar peor decisión que elegir, como presidente de su región, a Gregorio Santos. ¿En qué razón me baso para formular semejante afirmación? En que, entre otras, mientras a nivel nacional la mayoría de encuestados (en las que dudo se consulte a analfabetos) está muy de acuerdo en que el país explote sus recursos minerales; este sujeto, que tiene la desfachatez de movilizarse en camioneta y usar teléfono celular  y computador portátil (que contienen oro); ha paralizado la actividad minera en su región  creando desocupación y pobreza. ¿Quiénes lo eligieron? Los mismos que no deberían haber votado, pero,  al hacerlo,  cavaron su tumba.

Vayamos reflexionando: qué requiere mayor responsabilidad y/o conocimiento, ¿restaurar un fémur partido por la mitad que afecta a una sola persona, o dictar una ley que tendrá consecuencias sobre toda la población nacional? Partiendo de que es un fémur imaginario, mas no el de alguien nuestro; el dictado de leyes, por su enorme trascendencia, requiere muchísima más sapiencia, lo que involucra conocimiento, preparación, educación y/o experiencia. Sin embargo, mientras el fémur lo arregla un profesional, que no solo terminó sus estudios secundarios sino que se “quemó las pestañas” durante más de un lustro para optar un título en medicina; el dictado de leyes está en manos de un  conglomerado de personas  entre las que abundan prontuariadas,  analfabetas reales o funcionales,  incompetentes e ignorantes, entre otras lacras, características que aparecen independientemente  del sexo,  color,  raza o religión de las mismas. Sin duda, tornar el voto obligatorio en facultativo, coadyuvaría enormemente a mejorar la calidad de nuestros congresistas.

¿Se ha preguntado usted, estimado lector, por qué hay tantos postulantes en elecciones para gobiernos locales y regionales? ¿Se ha percatado de cómo, estos organismos que antaño eran minúsculos y contaban con “cuatro gatos”, ahora parecen ministerios donde falta poco para colocar un escritorio sobre otro?  Por la simple razón de que se han convertido, en la gran mayoría de  casos, en un botín del vencedor, es decir, los triunfadores en la “guerra electoral”, se sienten con derecho a disponer del bien conquistado, siendo la primera de tales señales cargar más aún a la sufrida institución  con una enorme recua de inútiles y vagabundos como retribución por haber “apoyado la campaña”.

Otra razón por la que muchos se desviven por postular a estos cargos, se debe a que constatan que, generalmente, quienes ya los ostentaron, terminaron el ejercicio de la función con su patrimonio personal muchísimo más abultado que cuando ingresaron. Entonces, es lo más natural que se planteen la siguiente reflexión: si a éste (a) lo acompañó la suerte, ¿por qué a mí no?

¿Cuánto tiempo  más podrá soportar   nuestro sufrido  país semejante maltrato?