ALBERTO FUJIMORI:
DESCANSA EN PAZ
(Piura, 12 septiembre
2024)
Luis Gulman Checa
Los peruanos de bien hemos sentido
profundamente el fallecimiento del expresidente de la República, gracias a
quien, nuestro país, asolado tanto por el terrorismo senderista como por la
brutal crisis económica en que quedó sumido tras el nefasto gobierno de Alan
García; no solo se libró de los crímenes de tales engendros de satanás, sino
también, se recuperó económicamente tras
las medidas que adoptó y, pese a que ha caído en manos de incalificables
gobernantes en el curso de los años, se mantiene hasta la fecha como líder en
estabilidad económica con cuchocientos millones de reservas en sus arcas en
contraposición a las, llamadas, “reservas negativas” en el gobierno de AGP. No
obstante, ello no fue todo, pues, entre muchos logros formidables para el país,
selló la paz con el Ecuador tras casi dos siglos de disputas.
Respecto a los ¿crímenes? que se le atribuyen,
como, por ejemplo, los asesinados (estúpidamente no volatilizados) estudiantes
de la Cantuta; preguntaría a quienes le achacan tal culpa, lo siguiente: ¿qué
medidas hubieran aplicado a quienes colocaron el coche bomba explotado en
Tarata asesinando a decenas de personas inocentes? ¿Acudido a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos preguntado qué hacer o, disponiendo de una
ametralladora la hubieran descargado sobre tales malditos hijos de puta?
Sin embargo, si tales criminales fueron muertos
por las fuerzas del orden, ¿acaso ello ocurriría por orden expresa de AFF o por
decisión del encargado de reprimir a tales criminales?
Personalmente, nunca conversé con AFF (pese a
que por tres años coincidimos en la Universidad Agraria, y, posteriormente, fui
funcionario designado dos veces por él como presidente de ENOSA), pero sí puedo
dar fe de que durante los largos años que participé en su gobierno, llevando a
cabo innumerables y costosas obras de electrificación en Piura y Tumbes, las
cuales culminaron dentro del plazo sin problema alguno, jamás estuvo en el
tapete ni siquiera un murmullo referido a coimas, componendas ni latrocinios.
Digresión:
Constantemente me viene a la mente el real
crimen por omisión que cometí al no haber tratado de hablar con él cuando, tan
igual como erró al no desaparecer PetroPerú, cesó al Enrique Siles del CTAR. De
haberlo hecho y sido convincente, desde décadas atrás el valle del Alto Piura
estuviera desarrollado disfrutando del agua del río Huancabamba.
Sin embargo, aunque tardíamente, le agradezco
de todo corazón por haberme permitido impulsar activamente, gestionando ante el
ministro de Energía y Minas, la electrificación en el ámbito de Piura Y Tumbes,
propiciando el desarrollo de ciudades, balnearios y caseríos que, gracias a sus
políticas, dieron un gigantesco salto hacia el progreso al disponer de energía
eléctrica las 24 horas del día.
Ruego que, así como Dios lo llamó a su seno,
también nos envíe, en el término de la distancia, otro como él para salvarnos
del desastroso caos en el que estamos envueltos, cuya palpable demostración
está en las decenas de ¿partidos políticos? o, más bien, clanes de ladrones,
por hacerse del poder.