CÉSAR: ¿Y LA DISCIPLINA?

Luis Gulman Checa

Ha sido sorprendente la reacción de César Trelles Lara, exsecretario general del PAP en Piura, ante la decisión de la cúpula partidaria de apoyar la candidatura de Johny Peralta Cruz a la presidencia del gobierno regional de Piura, especialmente, porque si he conocido a un compañero para el que la voz de los “limeños” era la “voz de Dios”, no ha sido otro que el propio César.

Entonces, ¿qué le pasó? ¿Cómo es posible que un acólito de Víctor Raúl, que impuso la disciplina como norma inapelable en el partido, ahora, a la hora undécima, tire por la borda tal fundamento  partidario faltándoles el respeto a los máximos dirigentes  nacionales?

Lamentablemente, el exabrupto de César no ha hecho más que confirmar la descomposición que se viene produciendo en el seno del partido, la que, obviamente, se inició en la cabeza y va infectando de a pocos todo el organismo.

Antes hubiera sido inimaginable una actitud semejante, pues las decisiones de arriba se acataban “sin dudas ni murmuraciones”. Por ejemplo, vienen a mi mente dos situaciones afrontadas por el partido en el pasado. La primera a raíz de los elecciones de 1962, cuando Víctor Raúl logró la mayor votación, seguido por FBT y MAO. Sin embargo, el Jefe, en aras de conservar el orden constitucional no tuvo reparo en ofrecer los votos apristas en el Congreso para designar Presidente Constitucional de la República a Manuel A. Odría, el mismo que hasta menos de una década atrás lo había vilipendiado y maltratado. A pesar que tal decisión cayó como “pedrada en ojo tuerto” a la mayoría de compañeros, la decisión fue acatada, aunque, como sabemos, no se concretó por un golpe de Estado.

La otra crisis  se produjo con ocasión de las elecciones presidenciales de 1980, en las que, sin lugar a la menor  duda, nuestro candidato debió ser Andrés Townsend, quien, estoy seguro, hubiera sido ungido presidente. Sin embargo, Armando Villanueva, un reconocido, longevo e indiscutible dirigente quien, al fin y al cabo era human y por tanto falible, recurrió a prácticas que prefiero omitir para ser designado nuestro candidato lo que resultó fatal para el país y el partido al dar pie, primero, a la pésima gestión de FBT y, a continuación, la desgraciada aparición en el firmamento político nacional de AGP. Sin embargo, pese al bárbaro maltrato sufrido, Andrés Townsend acató la decisión y acompañó a Villanueva en la plancha presidencial.

En los 34 años transcurridos desde las elecciones de 1980 hasta la fecha, el partido, bajo las garras de AGP y sus acólitos, se ha difuminado, desvanecido y, casi, desaparecido, como lo confirma no solo la comentada “disidencia” de César, sino también, entre otros hechos, la desaparición del “sólido norte” y la terrible y decidora pérdida del bastión liberteño, especialmente trujillano.