¿Y SI HUBIESE SIDO HONRADO?

 

(Piura, 15 diciembre 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

Me inspira un video que recibí mostrando a Alan García dictando clase en aula universitaria motivando a los alumnos a superarse permanentemente de modo que no se apoltronaran en los puestos/cargos  que  desempeñaran en el futuro confiados en la ¿malhadada? estabilidad laboral, por cuanto, dependía de ellos superarse y aprender permanentemente logrando así estar aptos para emprender cualquier tarea/empeño.

 

Oyendo su verbo fluido, claro y elegante (ubicado en las antípodas del que vomita el actual ocupante de la casa de Pizarro debido a la bestialidad del electorado peruano) y rememorando su aparición en la escena pública más de cuatro décadas atrás: joven, simpático, inteligente y desde entonces con una labia que equivalía a música para nuestros oídos, me formulé la siguiente reflexión:

 

Si AGP, además de las mencionadas virtudes con las que lo dotó la naturaleza, también hubiera sido honrado al extremo de repudiar el vil metal, ¿acaso el Perú no sería, hoy por hoy, un país envidiado en el mundo entero?

 

Considero que la única razón por la que nuestro país presenta la deplorable condición actual es la maldita corrupción que lo infectó desde siempre. Entonces, no tengo la menor duda que si AGP, teniendo en sus manos la posibilidad de hacer y deshacer a su antojo, si, además de las varias virtudes que lo adornaban hubiera sido tan impoluto como el Espíritu Santo,  tanto la situación del país como nuestras vidas se hubieran elevado hasta las nubes al extremo que nuestra actual situación, en vez del presente descalabro, sería idílica.

 

Lo he dicho muchas veces y ahora lo reitero:

 

Donde manda un gato no hay ratas.

 

Sin embargo, fatal y desgraciadamente para el Apra y, especialmente, para el Perú, el finado rememorado, lejos de seguir el ejemplo del felino, actúo como un rapiñador más permitiendo y alentando que las ratas (incluidas de cuello y corbata) se multiplicaran al extremo en todo el aparato público, afirmación que formulo con conocimiento de causa porque lo comprobé cuando, por designación de  César Trelles Lara,  asumí la gerencia general del PECHP.

 

Si bien es verdad algunos discípulos de Víctor Raúl sí mostraron siempre acrisolada moral, como, por ejemplo, Héctor Vargas Haya, fatalmente,  su ejemplo y prédica anidó en muy escasas mentes.