NARCOTRÁFICO
(Piura, 12 agosto 2023)
Luis Gulman Checa
“El
Tiempo”, edición de la fecha, apareció con un artículo de Juan De Althaus
Guarderas referido al reciente execrable asesinato de Fernando
Villavicencio, candidato en las próximas
elecciones para elegir el presidente del Ecuador.
En
resumen y para que la idea quede clara, puede afirmarse que nuestro vecino del
norte está siendo asolado por una peste como la que sufrimos en el Perú a
partir del año 1980: Sendero Luminoso. Sin embargo, el flagelo de allá no tiene
color político ni esgrime aquella frase
que resultó contraproducente: “El patrón no comerá más de tu pobreza”, por cuanto, como quedó patente,
evaporado el patrón voló la riqueza. Ergo no tiene nada que ver con el maldito
izquierdismo, como bien lo pueden certificar millones de cubanos y venezolanos,
entre otros.
¿Cuál
es la peste que viene asolando a los ecuatorianos? El Tráfico de Drogas o
también denominado Narcotráfico, es decir, comercio ilegal de estupefacientes.
Preguntémonos, ¿cuántas personas habrán sido asesinadas a raíz de luchas
intestinas entre bandas rivales dedicadas a
tan nociva y lucrativa tarea?
Asimismo, ¿cuántos políticos, policías, militares y funcionarios habrán
sido corrompidos por narcotraficantes que disponen de sumas fantásticas de
dinero que sobran para llenar el más exigente y sucio bolsillo?
En
consecuencia, habida cuenta la imperfecta naturaleza del hombre como lo
acredita la proliferación de la corrupción, mal que echó raíces por todos los
ámbitos, deviene en imposible eliminar tan nociva actividad mientras siga
prodigando inconmensurables sumas de dinero a tales delincuentes.
¿Por
qué razón esta actividad deja ganancias tan formidables, cuando, como es
evidente, comercia con productos que no
tienen trascendencia alguna como lo demuestra la buena salud y larga vida de quienes
no los consumieron jamás, mientras, por ejemplo, quien vende arroz, alimento
esencial que se consume masivamente en el mundo con las justas gana para
sobrevivir?
Por la estúpida e irracional prohibición de la venta de drogas.
Así,
entonces, queda claro hasta para un pollino que esta lacra puede eliminarse en
el término de la distancia y sin gastar ni un centavo. ¿Cómo? Levantando la
proscripción permitiendo que las drogas se vendan a la luz del día, incluso, promocionándolas
por avisos en los medios.
¿Estoy
inventando la pólvora? Nada que ver, pues tal conclusión es obvia para
cualquiera que recuerde los grandes resultados obtenidos en Estados Unidos tras
la eliminación de la “Ley Seca”, que proscribía el comercio de alcohol.
¿Será
que no se toma tal medida por las grandes sumas que se vienen embolsicando
quienes, supuestamente, debieran combatir el narcotráfico?