¿NO HAY UN GENERAL
CAPAZ, PATRIOTA Y CON COJONES?
(Piura, 17 agosto 2024)
Luis Gulman Checa
Me refiero, obviamente, a que, si en el Perú de
hogaño, no existe ni un solo General E.P. adornado con los atributos precisados
en el epígrafe, tal y como, por ejemplo, sí hubo en Chile cuando Augusto
Pinochet salvó a su país de las garras de la maldita izquierda encabezada por
Salvador Allende.
¿Acaso nuestro país, hogaño, no presenta un
estado peor que el Chile de los 70 del siglo pasado? Veamos: la corrupción
generalizada, la inseguridad, la prostitución de la política, prueba de lo cual
es la proliferación de los mal llamados “partidos políticos”, los cuales, en
realidad, son comparables a las familias mafiosas de los E.U.
Ante tan evidente y clara realidad, ¿acaso no
habría que ser deficiente mental para creer posible el Perú tome el rumbo
correcto a partir de un proceso electoral con la participación de más de 30
CANDIDATOS, con el agravante que la inmensa mayoría merecerían estar en la
cárcel, en el asilo o manicomio?
Que los golpes de Estado fueron proscritos
tornándose absolutamente
intolerables en la época actual,
deviene en una reverenda estupidez luego de echar una mirada a las barbaridades
que vienen ocurriendo en la tierra: Rusia invade pretendiendo robarse Ucrania;
los de Hamas asesinan niños y ancianos en Israel y gran parte del mundo critica
a los judíos por sus justas represalias; Cuba, Nicaragua y Venezuela están en
manos de asesinos y rateros consumados sin que los supuestos jueces que
lapidarían a quien llevara a cabo un Golpe de Estado digan ni hagan nada para
poner orden salvando a los sojuzgados de los tormentos que vienen soportando
por estos HIJOS DE PUTA.
Los generales de hogaño parece no saben de Grau
o Bolognesi, pues, si supieran lo que hicieron estos héroes al dar la vida en
defensa de la patria, hace rato hubieran tomado acción similar a la que, se
supone, toma el ministerio de Salud cuando una población es asolada por una
incontenible plaga de ratas: las fumiga, liquida, desaparece; siendo ello
exactamente, lo que debe hacerse con la serie de delincuentes que nos vienen
jodiendo la vida. Un ejemplo de ellos: los mocha sueldos y una infinita lista
de reales traidores diseminados por el país.
Así como el siglo antepasado los militares
pusieron el pecho ante los envidiosos chilenos de la época (apoyados por los
ingleses, a quienes venimos recurriendo para ejecutar obras públicas,
reconociendo, tácitamente, que los nuestros, mayoritariamente, fueron
infectados por la ignorancia y corrupción) que ansiaban apropiarse de nuestros
territorios; en la hora actual, bien mirado el asunto, podemos decir que
estamos tan o más asolados que en esa época, con la salvedad que los invasores,
depredadores y rateros de hogaño en vez de chilenos son compatriotas nuestros,
es decir, viles y vulgares traidores que merecen, constitucionalmente, la pena
de muerte.