SUPREMO RIDÍCULO
(Piura, 12 agosto 2024)
Luis Gulman Checa
Me refiero al proceso incoado para repatriar a
Eliane Karp, esposa del “Cholo Sagrado”, Alejandro Toledo, actualmente en su
país, Israel, para que venga a rendir cuentas por el oscuro origen del dinero
con el que, estúpidamente, compró varias y valiosas propiedades en la ciudad de
Lima.
Digresión:
Lo de estúpido se justifica porque con tal
acción, en la práctica, confesó y/o acepto que, efectivamente, su esposo fue un
real delincuente mientras se desempeñó como presidente de la República. “Paga
Barata Carajo”.
¿Por qué el calificativo de ridículo? Por
cuanto, Israel jamás la extraditará, de modo que el empeño es absolutamente
inútil y una real pérdida de tiempo y dinero; mientras, simultáneamente, los
órganos de justicia tienen una tarea inmensa dentro del país, plagado de
delincuentes que han prostituido el Aparato Público desde la cabeza hasta los
pies.
Reflexionemos sobre lo siguiente:
¿Acaso no es
absolutamente ridículo lanzarse sobre E. K., cuando, el propio Congreso de la
República está plagado de delincuentes, casi convictos y confesos, como
aquellos que contratan al personal de sus oficinas (*) con la condición de que
les entreguen parte de sus remuneraciones?
Supongamos que, finalmente, lograran el
objetivo y E.K. viniera a acompañar a su esposo en celda contigua. ¿Qué ganaría
el país con ello además de incrementar los gastos manteniendo un preso más y,
también, malgastando horas de TV más kilómetros de papel periódico hablando del
asunto?
Mil veces preferible hubiera sido negociar con
Toledo ofreciéndole inmunidad previa entrega al Estado de X millones de
dólares. Si así hubiera sucedido, ahora no se estaría echando al desagüe los
recursos requeridos para mantenerlo preso y, el erario, se habría robustecido
con su entrega de dinero.
No solo está pendiente la tarea de vaporizar a
los “Mocha sueldos”, sino también espulgar la serie de latrocinios inmersos en
la innumerable cantidad de ¿Obras Públicas? tiradas y/o abandonadas que solo
sirvieron para engordar pestíferos bolsillos de funcionarios, tan igual como
sucedió con el “Cholo sagrado”, como, por ejemplo, el Proyecto Alto Piura, infectado
de corrupción desde el primer día.
(*) Ni siquiera deberían tener oficina.