SIN ODIO, BILIS NI RESENTIMIENTO.

Luis Gulman Checa

A raíz del tenor y tono de los últimos artículos publicados en esta columna que aparece cada martes, algunas personas cercanas al suscrito han opinado que contenían exceso de bilis, expresión gráfica de odio, inquina y/o resentimiento que una persona siente hacia otra. En el caso presente, significaría que mi espíritu habría sido inundado por estos sentimientos contra nuestro Presidente Regional.

Antes de entrar en materia haré una pertinente digresión. Cuando usted, estimado lector, aprecia una conducta indebida de parte de un hijo, ¿lo reprende y sanciona o lo premia con mimos y halagos dejándolo continuar por la senda equivocada? Obviamente opta por lo primero, y nadie que lo viera a usted actuar de tal modo pensaría que odia a su hijo, sino, simplemente, está haciendo lo que un padre responsable y preocupado debe hacer por los suyos. Fin de la digresión.

Guardando las debidas distancias y diferencias, pero, existiendo el denominador común entre el Presidente Regional y el suscrito de sentirnos integrantes de la gran comunidad discípula de Víctor Raúl y, luego de haber realizado todos los esfuerzos humanamente posibles, aún después de haber sido cesado como Gerente General del Chira Piura, para que condujera nuestro Gobierno Regional correctamente; ¿acaso no es verdad que tenía y tengo el deber moral de efectuar todas las acciones a mi alcance para que los intereses regionales no sean pospuestos por el afán predador de quienes, con la anuencia presidencial, están destrozando nuestra región?

Recordemos. El suscrito fue ácido crítico de la gestión de César Trelles desde su inicio, cuando “importó” una dama como Gerente General, entre varias otras decisiones que objeté. No obstante, la designación del Ing. Juan Coronado al frente del Alto Piura se produjo inmediatamente después que lo exigí en un artículo. Punto a su favor, porque su decisión reveló que sabe oír. Transcurre el tiempo hasta que, en octubre del 2005 y estando en el campo sonó mi celular:

Voz: ¿Ingeniero Luis Gulman Checa?
Yo : Sí, pero basta con Luis Gulman a secas.
Voz: Mucho gusto ingeniero, le va a hablar el Presidente Regional.
César: Cholo, cómo estás hermano, necesito que me ayudes con el asunto del Alto Piura, ¿puedes venirte por acá?
Yo : Qué gusto oírte y encantado de ayudarte, como sabes tengo casi veinte años comprometido con ese tema. Te veo mañana porque estoy en el campo. Fin.

Así nació mi colaboración gustosa y ad - honorem con nuestro Presidente, la que, como siempre ha sucedido con mis gestiones en el sector público, logró el éxito al promulgarse, el 10 de mayo del 2007, el Decreto Supremo otorgando viabilidad a las obras de cabecera del Alto Piura, exonerándolas de la previa aprobación del
Sistema Nacional de Inversión Pública.
Huelga decir que, pese a que desde mi convocatoria por el Presidente no se dio un paso en la gestión del Alto Piura sin mi participación, tan luego se logró el “tremendo éxito” de la promulgación del Decreto, el suscrito (y el formidable equipo técnico y administrativo que lo apoyaba y apoya) fue echado a un lado y la gestión del Alto Piura se orientó a colmar apetitos y cosas peores que a lograr rápida, técnica y eficientemente el gran objetivo: Derivar el agua del río Huancabamba, a la altura de Tronera, al valle del Alto Piura.

Si sumamos a ello que, nuevamente se recurrió a la “importación” para convertir la Gerencia Regional de Infraestructura en un vulgar mercado relegando los intereses regionales, como lo ratificó claramente el diario “La Hora” en un amplio informe publicado en su edición del jueves 29.10.09; afirmo que mil veces prefiero correr el riesgo de que erradamente se me atribuyan los malos sentimientos referidos antes que permanecer “cruzado de brazos”, como, fatalmente, es la desgraciada normalidad entre nosotros los piuranos. ¿Cómo permanecer indiferente mientras “cuatro vivos” se enriquecen a costa de ensombrecer el futuro de las grandes mayorías desposeídas y necesitadas de nuestra maltratada y vapuleada región?

Piura, 09 noviembre del 2009.
(Publicado en diario El Tiempo, 10 noviembre 2009)