“EL AGRICULTOR SERÁ MILLONARIO EL PRÓXIMO AÑO”
(Piura, 13 noviembre
2023)
Luis Gulman Checa
Me vino a la mente la frase de mi primo Eduardo
Woodman Eguiguren en el curso de una conversación que sostuvimos muchos años
atrás, a raíz, precisamente, de los vaivenes a los que estaba sujeta la agricultura
en aquellos tiempos, cuando el Sistema Chira Piura no existía y el agua para el
riego dependía del humor del Espíritu Santo.
Obviamente, en la mayoría de los casos, la
persona terminaba en el cementerio sin que el dichoso año apareciera en su
vida. Sin embargo, él, fiel a su destino, jamás bajó los brazos ni abandonó su
digna tarea.
Recordé ello luego de leer la portada de “El
Tiempo” de la víspera:
2023, el peor año para
la agricultura regional.
De capa caída. Cámara de Comercio y
el Instituto Peruano de Economía aseguran que en casi dos décadas no se había
visto una crisis de semejante magnitud.
Cifras. Se habría perdido
alrededor del 40% de los puestos de trabajo. Además, la caída de la producción
de mango, uva, arándanos, palta y otros, ha afectado la agroexportación.
Por supuesto que este año los agricultores
están enfrentando una situación complicada, pero, siendo sus plantaciones de
cultivos permanentes los cuales permanecerán enhiestos y firmes, en realidad se
trata de un bache en el camino, por cuanto, los próximos años, cuando el clima
sea favorable, las productividades volverán a la normalidad y sus cuentas
volverán a reventar de dinero luego de cancelar los ínfimos montos, comparativamente,
que deberán pedir prestados para superar la dificultad actual.
Para entender lo expresado, dirijamos la mirada
al año 1965, cuando el algodón, durante siete años seguidos (1958-1964) produjo
de maravilla y Piura era un jolgorio, y, abruptamente, el cielo abrió sus
compuertas el viernes 05 de marzo a las 15 horas y, Dios los perdone, en vez de
“echar candado” a los fundos se empeñaron en una guerra sin cuartel contra la
naturaleza. ¿Resultado? Quedaron endeudados hasta la cabeza por ínfimas
cosechas de mala calidad.
Personalmente siento vergüenza ajena cada vez
que me informo de lloriqueos como el señalado, pretendiendo que sea el Estado -
vendedores ambulantes, mototaxistas, servidores dignos y útiles del Estado,
etc. - quien se meta la mano al bolsillo para solucionar sus inconvenientes,
mientras, durante las dos décadas, que señala la CAMCO, ganaron plata como
cancha, jamás le dieron ni un céntimo al Estado coadyuvando así a que éste le alivie
la vida a los más necesitados.