DIOS  LO  OIGA

 

(Piura, 08 noviembre 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

Me refiero a la predicción propalada por “El Tiempo”, edición de la víspera, cuya portada apareció con el siguiente agorero titular:

 

Alza de fertilizantes y abonos pone en jaque a agricultura regional.

 

Precio de la bolsa de úrea subió de S/. 80 a S/. 125 en los últimos ocho meses y la de potasio de S/. 100 a S/. 170, advierten especialistas.

 

Unas 40 mil hectáreas de arroz y 50 mil empleos están en riesgo mientras no se logre bajar el precio de estos productos.

 

El título se refiere a que ojalá tal sea el principal obstáculo que afronten el próximo año los abnegados, esforzados y emprendedores agricultores que plantan arroz con agua regulada que, estúpidamente, se les entrega gratis; por cuanto, según los varios pronósticos y claros indicios, el insalvable obstáculo para plantar la gramínea sería la gravísima sequía, es decir, carencia de agua.

 

A la fecha, el reservorio de Poechos almacena 201.4 MMC, por lo que, de acuerdo a cómo se presenta el clima, a finales de año podría hallarse en situación crítica, panorama que se complica por cuanto todos los AUTÉNTICOS EXPERTOS coinciden que el 2022 reinará “La Niña”, ergo, sequía.

 

Otro mensaje erróneo lanzado por el diario se refiere a que al dejar de sembrar arroz se perderían 50 mil  puestos de trabajo, pasando por alto que la modernidad y progreso (los cuales, fatalmente, vienen con carne y hueso) mecanizó el cultivo de tal manera que, en gran medida, desaparecieron las  prácticas culturales que sí generaban gran demanda de mano de obra:

           

·         Almácigos,

·         Trasplante,

·         Deshierbos,

·         Siega,

·         Emparve,

·         Formación de eras,

·         Trillado.

 

Si miramos la situación a través de otro cristal, preguntémonos en qué medida los quejosos y abrumados agricultores de hogaño coadyuvaron, cuando concurrieron últimamente a las urnas, a aupar al impresentable ignaro que tomó posesión de palacio de Gobierno, razón y causa del incremento de precios, no solo de insumos necesarios para la agricultura sino de cuanto bien se precisa, como, por ejemplo, los combustibles que están trepando permanentemente.

Al respecto, ¿acaso taxistas y moto taxistas no tienen iguales o mayores razones para lamentarse  más que los “sufridos” agricultores?

 

En resumen, como los errores se pagan, mientras no suceda un milagro, solo queda lo siguiente:

 

Ir a llorar al Muro de los Lamentos.