PIURA: TAREAS PENDIENTES (I)
(Piura, 27 diciembre 2022)
Luis Gulman Checa
Contra lo que suele afirmarse respecto a tareas
urgentes a desarrollar en Piura referidas a obras, como, por ejemplo,
hospitales o el Alto Piura (*); lo
cierto y claro para quien quiera ver es que las reales y vitales urgencias, si
de verdad deseamos despegar y alcanzar el lugar que merecemos, son de
naturaleza distinta a las que insumen fierro y cemento, tratándose, por lo
contrario, de eliminar los reales cánceres que nos vienen consumiendo ante
nuestra punible abulia y apatía.
Hoy me referiré a la más antigua, es decir, la
que nos viene robando y jodiendo la vida apenas “Atila”, Velasco Alvarado, se
apropió del poder:
LA NEFASTA Y NOCIVA
CREACIÓN DE PETROPERÚ
Rememoremos cuánto personal laboraba en la IPC;
cuáles eran las condiciones de vida del mismo; cómo era la oficina que
funcionaba en Lima y, fundamental, cuánto petróleo extraía diariamente.
Solo un deficiente mental podría batir palmas
por la creación del citado monstruo con el argumento de preservar la DIGNIDAD
NACIONAL, tal y como si los “gringos” se hubieran portado como los españoles
cuando asolaron estas tierras siglos atrás.
Petroperú es una lacra, cáncer, cueva de
ladrones, etc., que no solo avergüenza al Perú sino que es fatal para los
piuranos. ¿Por qué? Entre otras razones por cuanto, de no haber existido “Atila”
y la IPC continuara operando, nuestros campos petrolíferos producirían, según
lo afirmado por reales expertos, m/m 400,000 barriles de petróleo diariamente
en vez de la ínfima cifra actual. Tampoco existiría el monstruoso edificio
construido en Lima durante la satrapía militar para albergar
miles de inútiles y buenos para nada cargando las planillas públicas. Así, el mal
no se limitó a mantener a inútiles sino,
como quedó patente con los actuales ¿trabajos? en la refinería de Talara, se convirtió
en una fuente permanente de corrupción y latrocinio de recursos públicos.
¿Qué tarea urgente tenemos los piuranos?
Ponernos en pie de lucha exigiendo no solo la
desaparición del citado engendro sino la entrega en concesión, por un plazo de
100 años, de los campos petrolíferos a quien resulte ganador del concurso
internacional que deberá convocarse para tal fin.
(*) La insistencia en
referirse al Alto Piura como tarea urgente revela absoluta ignorancia de la
realidad por cuanto no hay agua para derivar. La que había se fue a Olmos por
nuestra estulticia y estupidez.