SUPINA IRRACIONALIDAD
(Piura, 18 diciembre 2022)
Luis Gulman Checa
Me refiero a la renuncia de dos ministros antes
de cumplir una semana desempeñando el cargo, en especial la de Educación,
Patricia Correa, quien escribió lo siguiente como justificación de su decisión:
“La muerte de
connacionales no tiene justificación alguna. La violencia de Estado no puede
ser desproporcionada y generadora de muerte. Con profundo pesar abrazo a las
familias de los siete hermanos ayacuchanos que perdieron la vida el día de hoy.
No hay consuelo. Invoco al diálogo para no perder más vidas. Necesitamos
encontrar una salida juntos”
Aceptando que las creencias ajenas meren
respeto, debemos agradecer que una persona capaz de emitir opinión tan
injustificable, habida cuenta cómo los fallecidos estaban JODIENDO AL PERÚ Y
LOS PERUANOS sin importarles cuántas muertes causaban a raíz de sus tropelías y
desmanes; debemos dar gracias a Dios que semejante rémora en un gabinete que,
necesariamente, tiene que ser digno del calificativo de GUERRERO, al estar el
país en guerra con los bestias y traidores generando disturbios; se haya
retirado del mismo.
Reflexionemos planteándonos la siguiente
pregunta:
¿Qué diferencia hay
entre la guerra actual contra los traidores a la patria que vienen sembrando el
caos con el evidente fin de destruir la Nación, con la librada el siglo
antepasado con los envidiosos y muertos de hambre chilenos ansiando nuestro
salitre para salir de pobres?
Entonces, según la renunciante, Francisco
Bolognesi, en vez de héroe epónimo de la patria por haber combatido hasta
quemar el último cartucho en Arica, fue un criminal por no haber optado por el
camino de conversar/conciliar con los invasores evitando así el derramamiento
de sangre de tantos peruanos.
Confío que la presidenta, Dina Boluarte, ante
las citadas renuncias, desenvaine y saque filo al supuesto sable que recibió
tras juramentar el cargo, revise el círculo íntimo que la guía y aconseja,
despida a todos quienes imitan a los borregos y los asnos - por mansos y lentos
- e imite a una congénere como fue la Dama de Hierro, Margaret Thatcher: dejó
morir sin pestañear a los huelguistas de hambre y al equivocado Galtieri, para
desgracia de Argentina y sus muertos, lo desahuevó en menos de lo que canta un
gallo.