MIREMOS EL FUTURO RECORDANDO EL PASADO
(Piura, 17 enero 2023)
Luis Gulman Checa
Me motiva la presente condición de extrema
sequía que, tras largos 54 años,
amenaza a Piura, pues, desde 1968, cuando la masa anual descargada por el río
Chira fue de 639 MMC, no se presentó
ni un solo año realmente crítico.
¿A qué pasado me refiero? A la catástrofe que
arruinó la agricultura piurana por punible, condenable y bárbara falta de visión, cuando, el 05 de
marzo de 1965 a las 15.00 horas, sin que el cielo hubiera soltado ni una sola
gota de agua, abrupta e inesperadamente, abrió sus compuertas y se inició un
diluvio.
El suscrito debutaba en el Alto Piura (el año
anterior lo hizo en Santa Filomena, Bajo Piura) por lo que era un “niño de
pecho” en cuanto a experiencia acumulada, lo que me permite excluirme de todos
los CIEGOS que no fueron capaces de
ver la obvia e imprescindible medida que debió adoptarse en el acto:
Abandonar los
algodonales sin invertir ni una peseta en ellos.
Si así hubiera sido, la deuda contraída con los
Bancos por los gastos realizados hasta esa fecha, hubiera sido saldada con una
ínfima parte de las tremendas utilidades obtenidas el año siguiente, 1966, el
cual, como todos los posteriores a un “Niño”, propició una formidable
productividad en los cultivos de algodón.
Fatalmente, en vez de haber seguido ese camino
se tomó el errado declarándole la guerra a la naturaleza, tan irracional como
la actual propiciada por Putin, empleando también una flota aérea bombardeando
permanentemente los campos de algodón tratando de abatir las plagas. ¿Cuál fue
el resultado? Agricultores endeudados hasta el cuello, pues, en esas épocas,
bastaba con estampar las firmas en las guías de los distribuidores de
pesticidas para partir raudos con las camionetas colmadas de cilindros y bolsas
para cargar las avionetas y rociar los campos con productos que hacían reír a
las plagas.
Pese a los altísimos gastos que ello implicó
para los bolsillos de los agricultores,
la cosecha, si podría llamarse así las poquísimas motas de pésimo algodón que
fueron recogidas, fue un desastre y la agricultura piurana, muy
mayoritariamente, quedó en cueros,
es decir, arruinada.
Siendo tal el pasado, ahora miremos el futuro
ante la real y evidente amenaza de sequía que nos amenaza:
Debe pensarse mil veces
antes de lanzarse a plantar cultivos transitorios existiendo el peligro que los
permanentes sucumban por falta de agua.