FLAMÍGERO CATÓN ¿PIURANO?
(27 abril 2014)

Luis Gulman Checa

Me refiero al joven congresista por Piura (pese a ser tumbesino) J. Díaz, quien, nadie osaría discutirlo, es fiel y digno seguidor de Marco Porcio  Catón, más conocido como Catón el Censor, el que, dos siglos antes de la aparición de Cristo sobre la tierra, perseguía “látigo en mano” a los prevaricadores.

Prevaricar/prevaricato: Delinquir un funcionario dictando una resolución injusta. Acción del funcionario que falta a las obligaciones de su cargo.

Nadie osaría discutir que requerimos muchos “catones” auténticos y creíbles, pues habría que ser ciego y sordo para no saber que la prevaricación es un deporte ampliamente difundido en el ámbito de nuestra patria, siendo ésta una de las principales razones por la que nuestras condiciones de vida ostentan un nivel miserable respecto de lo que podríamos ser como país.

No hay duda que, cada vez que el joven congresista tiene al frente micro o cámara, el espíritu del auténtico Catón se posesiona de su cuerpo y de su boca fluyen, cual torrente incontenible, diatribas y acusaciones contra el funcionario de turno.  Nadie queda indemne frente a sus acusaciones, pues, salvo mejor parecer, jamás he leído u oído algún comentario suyo que resalte algún hecho o persona, salvo, naturalmente, tratándose de la gestión del fujimontesinismo, corriente con la que comulga e integra.

Abstracción: Catonismo, tarea dura, complicada y difícil de ejercer cuando se integra una corriente que hizo de la prevaricación y robo incontenible y descarado de recursos públicos, su pan de cada día. En fin, existe la denominada “memoria selectiva”, en la que, obviamente, el novel congresista es un maestro.

¿Qué ha dicho el reencarnado Catón?

¡NO A LA REELECCIÓN Y MAYOR FISCALIZACIÓN!

Pensará usted, estimado lector, que se refería a la no reelección de Congresistas, habida cuenta los calificativos que llueven sobre el que fue primer Poder del Estado, y que ahora  van de sentina a albañal. Pues se equivocó, está clamando  no solo por la NO REELECCIÓN de presidentes regionales, sino también someterlos a mayor control y fiscalización.

¿Controlados y fiscalizados por quién? ¿Por el vergonzoso Congreso que tenemos, en el que la prevaricación es el pan de cada día?


Prohibir la reelección es  atentatorio contra la libre voluntad de los pueblos que tienen el derecho de elegir para progresar o irse al hoyo. De ellos dependerá.