TAMBOGRANDE: HIPÓTESIS DE TRABAJO
(20 noviembre 2014)
Luis Gulman Checa
La asonada producida en Tambogrande a raíz
del fallo del JNE dando como alcalde
distrital al médico Gabriel Madrid,
candidato de Jhony Peralta; de primera intención, sin duda simple y
bobaliconamente, hizo que la prensa, en general, atribuyera la barbarie a los
seguidores del derrotado Ing. Alfredo Rengifo Navarrete quien, en esta ocasión,
fue con Reynaldo Hilbck.
Tan irreflexiva conclusión me trajo a la
mente la siguiente tonada infantil:
Dos y
dos son cuatro, cuatro y dos son seis, ………………..
Lamentablemente, la vida real no se rige por
reglas tan claras e inmutables como las matemáticas elementales, por lo que,
señalar a Alfredo como instigador de tales desmanes no resiste en menor
análisis. ¿Por qué? Por sus antecedentes, por su modo de vida, porque ya fue
alcalde de Tambogrande y salió del cargo sin ningún signo exterior de riqueza
inexplicable, como sí sucedió por lo menos con uno que, en su primer gobierno, llegó pobre
y salió rico y opulento. Además y finalmente, como tambograndino de
corazón que vive en plena Plaza de Armas en la antigua casa familiar, es
inconcebible siquiera imaginar que pudiera haber propiciado tremendo atentado
contra el desarrollo de su pueblo.
Obviamente, el otro bando, el del médico
Madrid, está absolutamente descartado como responsable, por cuanto la
destrozada municipalidad, incluidos acervo documentario, enseres e
infraestructura; será un gran escollo para el desempeño de su gestión que ya de
por sí enfrentaba grandes dificultades por la pésima, oscura e investigada
gestión del aún alcalde Ojeda Riofrío.
Entonces, ¿acaso habría que pensar que sobre
Tambogrande, por razones ocultas e inexplicables, se cierne un maleficio que
torna a sus habitantes en bárbaros que aprovechan cualquier pretexto para
destruir lo que encuentren a su paso dando rienda suelta a su macabra
naturaleza? Al respecto, no podemos obviar que hay un grave antecedente que
estaría ratificando tal sugerencia: la salvaje destrucción de los bienes y
enseres de una empresa minera que, legalmente, operaba en la zona.
Digresión: si un tambograndino tuviera un
diferendo con su vecino por cualquier motivo, ¿coge su escopeta y le descarga
un tiro en el pecho enviándolo al cementerio o recurre a la policía, fiscalía o
juzgado, según sea el caso? Igual fue el caso con la minera: debió echársele
civilizadamente.
Ahora la hipótesis. ¿Quién sería el gran
beneficiado por la destrucción documentaria en la municipalidad? La actuación
del alcalde Ojeda Riofrío que está culminando, ¿acaso no estaba siendo
investigada a raíz de graves denuncias de corrupción y malos manejos por lo que
la Contraloría General de la República
tenía instalado ahí un equipo pesquisando tan criticada gestión?
Conclusión de la hipótesis sugerida: el gran
beneficiario de tal asonada - muy bien maquillada por el “ataque” al colegio de
su propiedad cuyos “daños” habría que cuantificar – resultaría siendo el alcalde Ojeda Riofrío y sus funcionarios
al haber sido destruidos los documentos que hubieran servido para probar las
supuestas tropelías perpetradas durante su gestión.
Reconocimiento: este artículo no brotó de mi
magín, pues fue un respetado y correcto comunero quien me “hizo abrir los ojos”
planteando el antedicho supuesto.