ELECCIONES: COMPRAS Y JALES A GRANEL

(Piura, 23 diciembre 2015)

Luis Gulman Checa

En la edición de “Correo” de la fecha, aparece artículo de Juan Carlos Valdivia, fruto de un acucioso análisis revelando  que nuestra política funciona  como el fútbol; en ambos casos los cambios de partido y/o equipo están a la orden del día y por las mismas razones: los actores van de uno a otro según les convenga.

En el fútbol ello es lógico y natural, al tratarse de profesionales que viven de él por lo que no tienen ningún problema en integrarse a cualquier equipo que les pague más de lo que percibían anteriormente. Sin embargo, al menos en teoría, las  personas “políticas” se guían por un pensamiento/convicción determinados que reflejan las opciones que consideran adecuadas para lograr que el discurrir de nuestra existencia funcione de la mejor manera para el mayor número posible de seres humanos.

Entonces, recapitulando: mientras en el fútbol  se busca lo mejor para el “bolsillo”, de modo que la única lealtad existente es hacia el dinero, en la política, por lo contrario, la persona se debe, únicamente, a sus convicciones. Por ello, es anti natural, perverso, ruin y cuanto adjetivo pueda ocurrírsenos  que, de buenas a primeras, de repente, abruptamente, aparezcan compitiendo de la mano dos agrupaciones que, hasta la víspera, eran una “negra” y otra “blanca”.

Además, en el referido artículo se “mezclan papas con camotes” al meter a todos los “tránsfugas” en el mismo saco. Me explico: no es correcto equiparar a la señora Anel Tonwsend (que debe haber olvidado cuántas “camisetas” ha vestido) con Alfredo Barnechea al postular por Acción Popular y haber sido diputado y candidato del Apra, m/m 30 años atrás, a la alcaldía metropolitana de Lima, estando demostrada su cercana y permanente relación con el presidente Belaunde durante muchos años. Además, por cierto, del abismo que los separa en calidad, en el sentido más amplio del término.

Otro tratamiento injusto, ilegal y vejatorio es el que se le viene dispensando a Daniel Urresti, natural de Huancabamba, por estar inmerso en un proceso judicial a consecuencia del crimen de un periodista, acaecido  más de 30 años atrás en Huamanga, en la época que en nuestro país reinaba el caos y las personas morían como moscas y  no solo en las serranías. (En Piura fueron asesinados,  en la UNP, Ricardo Ramos Plata y Luis Paredes Maceda).

¿Por qué no funciona con nuestro paisano aquel sagrado principio de la presunción de inocencia mientras no exista una condena consentida y ejecutoriada? Por una sola razón:


Porque la “política” en el Perú,  da asco.