SANTORAL POLÍTICO
Publicado Diario “El Tiempo”
09-12-2015

Luis Gulman Checa

Así como la iglesia católica cuenta con innumerables santos (aunque ahora lo son en meses y antaño requerían siglos), la política nacional, pocos días atrás, S.E. u O., inauguró el suyo con la asunción a los altares de San Agustín.

Al igual que los auténticos santos y mártires de nuestra religión,  también sufrió y padeció, no bajo el poder de Poncio Pilatos, pero sí al servicio de quien él, erróneamente como quedó finalmente demostrado,  sirvió, protegió y defendió en cumplimiento de sus ideales y de las indicaciones dejadas por su “Dios”, ya elevado a las alturas, de donde sabía continuaba vigilándolo con ojo avizor para que no cejara  aunque en ello le fuera la vida y, peor aún, ni siquiera recibiera muestra alguna de agradecimiento por su sacrificio.

Nuestro país fuera otro, miles de veces mejor que el actual, si estuviera mayoritariamente poblado por personas de la talla moral de San Agustín, dicho ello en el sentido que puso por delante de cualquier beneficio personal, la preservación de su fe - actualmente secuestrada por una banda -, tan igual como lo hicieron, en su momento, los miles de santos y mártires católicos.

Incluso, San Pedro, el pilar y fundamento de la Iglesia Católica, queda disminuido al lado de San Agustín, pues, como sabemos, en un momento de debilidad, negó por tres veces conocer a Nuestro Señor; en cambio, el nuestro, nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, dejó traslucir la más mínima señal que pudiera incomodar, maltratar o incriminar a su mal agradecido y protervo amo.

Su martirio y sacrificio no terminó con la muerte, pues, una vez hubo entregado su alma al Señor, continuó siendo ignorado, maltratado y despreciado por quien él entregó su existencia en aras y defensa de preservar su fe y/o religión política.

No solo contamos con San Agustín al tener un nuevo santo en camino quien, por ahora, ha alcanzado la categoría de beato. Me refiero a  Miguel Facundo, quien, para nuestro beneplácito y alegría, es piurano de nacimiento.

No me atrevería a asegurar que también alcanzará la categoría de santo, aunque podría ser. Sin embargo, debemos esperar  a que el tiempo discurra y la providencia decida poner fin a su vida. Recién entonces sabremos si tuvo la fortaleza necesaria para alcanzar la santidad, como San Agustín, o la debilidad lo venció llevándolo a perder hasta su provisoria condición de beato.