¿CANTIDAD O CALIDAD?

 

(Piura, 12 mayo 2022)

 

Luis Gulman Checa

 

Me motiva la portada de “El Tiempo”, edición de la fecha, referida a cómo la delincuencia se viene apoderando de Piura propiciando la siguiente reacción ciudadana difundida en página interior:

 

La delincuencia se ha desbordado en Piura y vecinos piden más policías.

 

Planteemos un símil deportivo para demostrar la errada percepción ciudadana de la urgente necesidad de más policías, formulándonos la siguiente reflexión:

 

Para que el Atlético Grau logre todos los títulos en juego, ¿se requiere que fiche 500 jugadores o, por lo contrario, basta y sobra con media docena de auténticas estrellas?

 

Hasta un pollino daría la repuesta correcta. Así, entonces, sería absolutamente vano e inútil inundar la ciudad con 2 o 3 mil policías de tan mala calidad como la gran mayoría de los actuales, como lo demuestra que no solo se la pasan jugando con el teléfono celular sino, peor aún, permanecen impávidos ante la serie de violaciones de todo orden  que tienen el deber de reprimir.

 

Recordemos la película “Los intocables” que narra cómo un equipo de 5 0 6 personas bastó para encarcelar a Alphonse Capone, el súper criminal estadounidense de principios del siglo pasado aplicando “Inteligencia”, lo cual no se refiere a que los integrantes tengan un IQ de 200, sino espulgar y analizar las acciones delictivas para clavarles una, figurada, puñalada en el corazón desmantelándolas y borrándolas del mapa.

 

Otro aspecto que no puede ignorarse es la actitud del Aparato de Justicia cuando algún delincuente es abatido por un policía. ¿El mismo es premiado y elevado a los figurados altares donde moran nuestros héroes, o, fiscales y jueces, cuál jauría de hienas hambrientas, se lanzan sobre él por haber segado, abusiva y prepotentemente, una vida humana?

 

Consideremos que los delincuentes son personas dispuestas a todo, no solo a asesinar a sus víctimas sino también se juegan la vida, es decir, están listos a matar o morir en el cumplimiento de sus protervos fines, por lo que deviene en lógico y natural  que, ante la debida acción policial, queden tirados sin vida a raíz de haber sido acribillados. Así, entonces, la delincuencia seguirá en ascenso mientras no se fije el convencimiento de que la solución es aplicarles la medicina que ellos administran a sus víctimas: la muerte.