D I S C R E P A N D O

 

(Piura, 21 junio 2022)

 

Luis Gulman Checa

 

Recién leí un artículo de opinión en la edición de “Correo” de la fecha conteniendo la siguiente frase:

 

El  papa tiene responsabilidad ante los desafíos sociales de la comunidad humana. Y ahí es inevitable que,  al abordar problemas sociales, los interprete desde ciertos presupuestos sociopolíticos.

 

Siendo verdad que los asuntos de Dios están muy por encima de los intrascendentes hechos terrenales - en comparación con la inconmensurable tarea del papa, y el clero en general, de guiarnos a los católicos para que alcancemos la gloria eterna disfrutando del paraíso terrenal cuando dejemos este “valle de lágrimas” -, ¿cómo podría justificarse que el líder de la iglesia, olvidando sus sagrados deberes, se inmiscuya en temas vulgares y mundanos propios de laicos que sí tienen el deber de hacer frente y hallar soluciones a los inconvenientes que debemos afrontar en el curso de nuestra existencia?

 

Si los miembros del clero, cuyo líder es el papa, se van a dedicar no solo a manifestarse, proponer y discutir sobre temas que no tienen nada que ver con la sagrada e inigualable tarea que les es propia, como, por ejemplo, pregonar cual vulgares miembros de la masa ciudadana respecto a si es o no conveniente llevar a cabo una explotación minera; construir o no un hospital; si los combustibles cuestan demasiado y tantos otros asuntos similares ajenos a la salvación de nuestras almas, ¿quién diablos se haría cargo de realizar la tarea que abandonaron por ser, en la práctica, falsos seguidores del Señor?

 

Considero que lo honesto sería que, cuando un miembro del clero sienta que sus convicciones variaron radicalmente sintiéndose asolado por las dificultades y carencias que afligen a grandes masas de personas, olvidando que nuestro paso por la tierra es efímero y lo realmente importante es salvar nuestras almas, debe colgar la sotana, renunciar a su compromiso de divulgar permanentemente el mansaje de Jesucristo y, según el radicalismo que lo hubiera asolado, tomar la metralleta uniéndose a los tantos grupos que, a lo largo y ancho de la tierra, vienen tratando de imponer sus puntos de vista a SANGRE Y FUEGO. Decisiones de esa naturaleza sí serían respetables en contraposición a la adoptada por tantos  traidores a su compromiso que siguen con la sotana,  aunque  las mismas casi desaparecieron.

 

Ejemplo espeluznante de lo expresado, entre infinidad de ellos, fue la actitud de un Obispo en Piura  oponente acérrimo de la explotación minera en una zona en que los fieles tienen carencias de toda clase. Sin embargo, en este caso, pudo haberlo motivado el convencimiento que los pobres serán los primeros en alcanzar la gloria eterna.