S U G E R E N C I A
(Piura, 13 junio 2022)
Luis Gulman Checa
Tan luego vi la portada de la edición de
“Correo” de la víspera, me vino a la mente plantearle una idea/sugerencia a la
Policía Nacional a fin de poner coto a los cotidianos robos perpetrados por
asaltantes movilizándose en pareja en una motocicleta, habida cuenta que, a
pesar que hasta un ciego VERÍA la urgente necesidad de prohibir tales
desplazamientos y, reconfirmando que el Perú anda PATAS ARRIBA; no tiene cuándo
salir a la luz la norma respectiva.
ASALTOS IMPARABLES
A plena luz del día, cuatro “marcas” roban S/. 120,000 a un
empresario frente al grifo Mega, en Piura. En tanto, un comerciante fue víctima de ladrones que le despojaron de
S/. 70,000 en Paita.
Obviamente, tanto éstos como todos los robos
informados por los medios, fueron perpetrados por “marcas” desplazándose en
pareja en motocicleta, ergo, queda reconfirmada la incalificable dejadez
implícita en no prohibir que dos adultos varones se desplacen en dichos
vehículos. Ahora, la sugerencia:
Contactar un “empresario” que suela hacer
retiros de fuertes sumas de dinero en entidades bancarias, saliendo campante a
abordar su moderna camioneta doble cabina con lunas polarizadas, planteándole
lo siguiente:
Antes de ir a la
entidad bancaria, abordan el vehículo dos policías armados con metralletas y
granadas de mano camuflándose en el asiento posterior. Así, entonces, cuando el
conductor, aperentemente solo e inerme, sea atacado por los “marcas”, salen los
policías vaciando las cacerinas de sus armas sobre ellos, o, si las
circunstancias lo requirieran, los volarían arrojándoles una granada.
La verdad es que lo planteado es un calco de un
hecho que conocí muchas décadas atrás cuando el Campo de Marte, Lima, era el
lugar donde iban a “planear” las parejas
en sus vehículos, y, demostrando que “no hay nada nuevo bajo el sol”, es decir,
siempre hubo asaltantes (¿Froilán Alama?), los idílicos encuentros empezaron a
ser perturbados por delincuentes que despojaban de sus pertenencias a los
tórtolos, incluso, como es obvio, muchas veces los dejaban en “cueros”.
Así, entones, un señor cuyo nombre recuerdo
pero omitiré, hizo exactamente lo mismo sugerido líneas arriba:
Se cuadró en el Campo
de Marte con una supuesta pareja y, cuando llegaron los malandrines, los cosió
a balazos con la pistola que tenía a la mano, arrancando su vehículo y
desapareciendo de la escena.
Dígame, estimado lector, con el corazón en la
mano; ¿acaso replicar esa acción para combatir la moderna acción de los
“marcas”, no deviene en indispensable de acuerdo al más elemental sentido
común?