R E M E M B R A N Z A S
(Piura, 03 diciembre
2023)
Luis Gulman Checa
Después de transcurridos casi ocho años desde
que asistí a la celebración de los 80 años de Luis Zegarra en Colán, donde
bailé un vals con Bati, el día de ayer, gracias al matrimonio de mi sobrino
Michael, disfruté de una auténtica fiesta, pues, si bien es cierto no pisé la
pista de baile, estuve embelesado mirando o admirando, según el caso, el
accionar de los bailarines.
Me llamó la atención que fuera cual fuera la
música enlatada que brotaba por los parlantes, los danzantes no variaban el ritmo,
es decir, se deslizaban o contorneaban sin cambio alguno, dando la impresión
que en vez danzar, es decir, mover el cuerpo y las extremidades con ritmo
siguiendo el compás de una pieza musical, estaban en un gimnasio ejercitándose
para mantenerse en forma.
Mi mente voló décadas atrás añorando los ritmos
que animaban las fiestas en esos tiempos, los cuales, sin duda gracias al
PROGRESO Y LA MODERNIDAD, pasaron a mejor vida, es decir, fueron borrados del
mapa. Así, Chabuca, Polo Campos, Pérez Prado, Xavier Cugat: DESCANSAN EN PAZ.
¡Cuidado! No se me mal interprete, pues, como
dije líneas arriba, disfruté viendo bailar un par de parejas, ambos varones
sobrinos míos, que no solo supieron sacarle el jugo a la música sino, mejor
aún, irradiaban amor y felicidad.
Me pregunto si el fenómeno que apreciamos en
nuestra tierra se habrá repetido en otros países. Así, por ejemplo, ¿la samba
habrá desaparecido de las fiestas brasileñas como también la cumbia de
Colombia? No lo sé. Sin embargo, sí añoro profundamente, entre otros ritmos,
nuestro vals criollo. Precisamente, estuve reflexionando qué sucedería en la
pista de baile si, intempestivamente, hubiera empezado a sonar, por ejemplo, La
Flor de la Canela: ¿Desbandada general? Me quedo con la duda.
Otra novedad que aprecié fue la proliferación
de bailarines, hombres y mujeres, contorneándose mientras mantenían un vaso o
una copa en mano, hecho inimaginable años atrás desde que ambos brazos y manos
eran imprescindibles para disfrutar el baile con la pareja, lo cual, hogaño,
evidentemente pasó a la historia y el baile, en gran medida, devino en una
suerte de acrobacia. ¿Prueba de ello? Las varias féminas dando la impresión de
ser contorsionistas de circo por las inexplicables contorsiones y giros del cuerpo.
Como parecería que otro sobrino estaría por seguir los pasos de Michel, en
vez de concurrir al gimnasio, pienso matricularme en una academia de “Baile
Moderno”, así, en caso se concrete tan feliz acontecimiento, también podré
contornearme en la pista.