GRACIAS DIOS MÍO

 

(Piura, 18 julio 2023)

 

Luis Gulman Checa

 

Por haber iluminado las mentes de quienes manejan los recursos del erario (dinero de todos y cada uno de los peruanos) por no haber atendido el pedido del alcalde de la MPP, Gabriel Madrid, llegado de Tambogrande, solicitando cientos de millones de soles para afrontar, según él, el evento climático que estaría cerniéndose sobre nosotros. Bendito seas Señor por cuanto, en vez de los 455 millones de soles que estaba pidiendo solo le transfirieron 100 mil.

 

Sin embargo, hagamos un ejercicio de imaginación aceptando que la cifra que solicita le fuera entregada. Ello equivaldría, para que todo el mundo entienda, a darle de comer caviar a un perro vago que anda muerto de hambre por la calle.

 

Si siguiéramos analizando la situación, tendríamos que concluir que se requiere disponer de una CONCHA más grande que la del parque infantil para osar pedir semejante suma de dinero, cuando, quedó patente desde tiempo atrás con el ¿embellecimiento de la Plaza de Armas?,  la absoluta incapacidad de la gestión municipal para ejecutar obras públicas, hecho que, para nuestra desgracia, especialmente para los taxistas que vienen llorando a lágrima viva, es recurrente como lo demuestra la DESTRUCCIÓN de las calles del centro de la ciudad perpetrado por el antecesor, también foráneo, del alcalde actual.

 

Pasemos a analizar la increíble y sospechosa actitud de los medios referida a la propalada amenaza climática para el próximo verano. “Correo”, edición de hoy:

 

Piura sigue sin estar preparada para afrontar un nuevo Fenómeno El Niño anunciado para los próximos meses, más aún si el gobierno central no transfiere los recursos económicos.

 

¡Cuidado! El peligro que, supuestamente, pende cual espada de Damocles sobre nuestras cabezas, no es un terrorífico sismo escala 10 ubicado a cinco kilómetros de profundidad bajo nuestra ciudad, sino un usual y normal año de lluvias, por cuanto, recordemos, si bien el agua no abunda permanentemente en nuestra tierra sí estamos acostumbrados a que, periódicamente, seamos bendecidos y/o afectados por ella (según el cristal con el que se analice).

 

En mi caso recuerdo perfectamente lo ocurrido a partir del año 1953, por lo que, obviamente, fui testigo de los auténticos FEN de los años 1983 y 1998. Entonces, si no solo seguimos vivos y coleando tras periodos de lluvias tan fuertes como aquellos sino que las ciudades y estructuras siguen en pie, ¿a qué viene tanto alboroto y lloriqueo sembrando el pánico entre la población? Mi respuesta:

 

El incontenible afán por ROBAR recursos del erario llevando a cabo “obras” sin ton ni son, como la des colmatación.