JUSTICIA TARDÍA NO ES JUSTICIA
(Piura, 20 agosto 2021)
Luis Gulman Checa
El epígrafe se ampara en la frase de
Séneca:
“Nada se parece tanto a
la injusticia como la justicia tardía”
La edición de “Correo” de la víspera informó
sobre la condena por corrupción, con cárcel efectiva de cinco años y siete
meses, contra un exalcalde provincial de
Talara. El hecho, a primera vista, parecería
intrascendente habida cuenta que el Perú
ha sido invadido por la corrupción y el flamante condenado sería uno más de los
tantos en igual situación a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, lo que torna significativo el
reciente fallo condenatorio es que la falta se perpetró el año 2013 cuando se
propaló un video grabado por un contratista asegurando haber pagado S/.
210,000.00 para adjudicarse una obra, obviamente, al recién condenado
exalcalde.
Entonces, reflexionemos sobre el desastroso
estado en el que se debate el Sistema de Justicia en el país cuando tardó m/m
ocho años en emitir un fallo que, claramente, debió producirse ipso facto.
En este caso el más perjudicado es el flamante
condenado quien ha vivido ocho años en ascuas, sufriendo e, imagino, gastando
en su defensa. Así entonces, la real condena del exalcalde alcanza los 13 años
más unos meses, por lo que este hecho ratifica la brutal injusticia implícita
en la justicia tardía.
Pero el exalcalde no fue el único perjudicado
por cuanto dos féminas, funcionarias de la municipalidad de Talara por aquel
entonces y, se supone, participantes en la tramoya, fueron sentenciadas a siete años de prisión
efectiva, de modo que en este caso la justicia tardía perjudicó a tres
personas.
Cambiemos de cristal para ver el caso de la
otra parte del cohecho, el corruptor, el contratista que pagó la coima
preguntándonos lo siguiente:
¿Acaso el corruptor no
es peor sujeto que el corrompido?
Sin embargo, los dos “empresarios” corruptores,
fueron sentenciados a tres años y seis meses de pena privativa de la libertad
SUSPENDIDA, ergo, las delicadas suelas de sus zapatos no pisaran penal alguno.
Asumiendo que no fuéramos caídos del palto y a
la luz de la bárbara corrupción imperante en el país, tendríamos que
formularnos la siguiente reflexión:
¿Habrán pagado otra
coima los citados contratistas o las leyes del país son discriminativas?