¿PIDIÉNDOLE PERAS AL OLMO?
(Piura, 10 agosto 2021)
Luis Gulman Checa
Preguntémonos si el mero hecho de haber nacido
en un país, automáticamente, convertirá
al neonato en CIUDADANO, o, en realidad, el nacimiento solo sirve para incrementar
el número de pobladores.
Recordemos que para ser calificado como
CIUDADANO, se requiere que el individuo tenga clara consciencia de sus derechos
políticos y sociales que le permiten intervenir en la política, es decir, alguien
considerado como miembro activo de un Estado y sometido a sus leyes.
Precisado ello, será razonable, en nuestro
asolado país, ¿calificar como ciudadanía a la población, cuando ésta, es la
única responsable de la desastrosa condición que acogota al Perú por cuanto los
pobladores, mayoritariamente, actuaron
peor que burros (jamás tropiezan con la misma piedra) cuando asistieron a las
urnas?
Me inspiró la portada de “El Tiempo”, edición
de la víspera:
El Congreso está inerte
y la ciudadanía tendrá que ser contrapeso del Gobierno.
La población fiscaliza con mayor eficacia al Gobierno de
Pedro Castillo y podrían venir marchas después de los primeros cien días.
Los medios de comunicación también cumplen con su papel.
Reciente regreso del presidente a Palacio es una muestra de este poder en las
calles.
¿Quién tiene la responsabilidad de haber
elegido un Congreso que, según el diario, está inerte, es decir,
coloquialmente, pintado en la pared? Ni más ni menos que la MAL LLAMADA
ciudadanía en cuyas manos se está pretendiendo dejar la solución de la atroz
crisis actual ocasionada por ella misma.
La verdad, monda y lironda, es que,
desgraciadamente, en el Perú los ciudadanos auténticos son una ínfima parte de
la masa poblacional, de modo que calificar como CIUDADANO a alguien por el mero
hecho de respirar y portar un DNI es una barrabasada.
Aclarado ello, creo que sí es posible que la
población, tan luego sus bolsillos y estómagos empiecen a sufrir las
consecuencias por las barbaridades que, según todo lo indica, perpetrará el actual
“gobierno”; proteste y “ponga el grito en el cielo” tan igual como un hato de
vacas encerradas en su redil privadas de alimento mugen estruendosamente
agobiadas por el hambre y la sed.