ROMPE MUELLES DELIVERY

(Piura, 19 abril del 2015)

Luis Gulman Checa

En primer lugar reitero mi opinión que la cantidad de estos engendros, destructores de vehículos e hígados y riñones  humanos, tiene una relación inversamente proporcional con la cultura/educación de las personas, es decir, a más rompe muelles, más salvajes, se colige, serían los conductores y/o quienes ordenaron su colocación.

Dígame, estimado lector/conductor, si se acerca en su vehículo a las puertas de un colegio por las que entran o salen educandos, ¿usted necesita un rompe muelles para reducir la velocidad o detener el vehículo o lo hace porque así se lo indica su sentido común?

Analizada a profundidad tal proliferación, concluiríamos que el hombre es el animal más salvaje existente sobre la tierra. ¿Por qué? Por cuanto, tácitamente,  aceptamos la necesidad de estas trabas en calles, avenidas y carreteras, por cuanto, de no ser así,  arrollaríamos a cuando ente se nos cruce.

En conclusión,  la proliferación de rompe muelles nos equipara a los burros (de cuatro patas) que requieren encerrarse en un corral para que no se pierdan, tan igual como nosotros necesitamos estos obstáculos para bajar la velocidad al acercarnos a zonas donde hasta un ciego y sordo entendería que debe hacerlo.

¿Qué motivó el presente? Salí de Piura el martes  y volví el viernes y, conduciendo,  encuentro dos flamantes engendros distanciados m/m 40 metros, aparente y/u obviamente, “protegiendo” tanto el local de la Cámara de Comercio como de un hotel cercano. Sinceramente, confieso estar decepcionado de nuestro alcalde, quien, obviamente, ante el “ladrido” proferido por alguien que no representa a nadie, se apresuró a cumplir sus “órdenes”.

Sin embargo, estimado lector, sabe usted qué hace más aberrante aún la colocación de estos malditos engendros que bien podrían haber sido ideados por el mismísimo satanás, simplemente que unos metros más allá, desde hace meses, en el cruce de la Av. Fortunato Chirichigno con la Av. Antonio Raymondi, la pista casi  ha desaparecido siendo sustituida por una serie de cráteres de diferentes tamaños y profundidades. Sin embargo, el alcalde, signado por la  “honestidad”, según lema de su agrupación gobernante, creyó más importante dificultar aún más el tránsito, antes que adecentar ese cruce infernal, el que, hasta un ciego, comprendería causará un accidente en cualquier momento.

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