LOS NIÑOS DE LA CALLE
Publicado: Diario El Tiempo
03-06-2015
Luis Gulman Checa
Los comentarios de opinólogos y políticos
referidos a que estamos ad portas de ingresar al primer mundo, como la reciente encuesta revelando que más de la
mitad de peruanos nos insertarnos en la clase media; chocan con hechos
que tiran por tierra tales anuncios. Me refiero a los cientos de niños
andrajosos y peleados con la higiene invadiendo
esquinas mendigando centavos a
cambio de “deleitarnos” con sus malabares circenses.
El suscrito es poco “viajado”, por lo que pregunto
a nuestras autoridades antiguas y nuevas, si en sus viajes por los países del primer
mundo, observaron espectáculos de esta naturaleza. Por mi parte, semanas atrás estuve no en el hemisferio
norte sino en Trujillo, y no vi nada de lo que en Piura es cotidiano.
Al contrario de lo que nos dicen, percibo que
vamos como el cangrejo, pues, mientras ahora los niños toman su desayuno en el colegio por cuenta
del Estado, antaño, los alumnos de la
GUE San Miguel lucíamos sanos y orondos y era en nuestras casas, por cuenta de
nuestros padres, donde nos alimentábamos.
No obstante, reconozco que hay otros
cristales a través de los cuales mirar este fenómeno: La presencia de esos
niños se debería a que tienen padres degenerados que imitan a quienes captan mujeres
jóvenes e incautas para explotarlas sexualmente exponiendo y denigrando a sus
hijos para, igual que los proxenetas, llevar “agua para su molino”.
Sin embargo,
más grave que este “espectáculo”, es la indiferencia generalizada ante ello.
Pienso: ¿acaso el municipio no debería retirar a los niños de las calles; a los vagabundos durmiendo en lechos
improvisados con cartones y trapos sucios;
a los comerciantes ambulantes que en cualquier vereda arman su “tienda”
obstruyendo el tránsito peatonal; a las viejitas mendigando centavos a los
viandantes? Claro que no para ejecutarlos, sino atenderlos si lo requieren y/o
sancionar a quien los explotara.
Y la Defensoría del Pueblo, ese ente
abstracto que colisiona con el Ministerio Público, ¿no tiene nada que decir?
¿Tampoco la Iglesia, gran responsable de la incontenible proliferación de
criaturas?