EL EXTRAÑO CASO DE NADINE HEREDIA

(Piura, 14 marzo 2020)

Luis Gulman Checa

La señora Heredia afronta una acusación fiscal formulada por el equipo especial del caso Lava Jato imputándole una serie de acciones que, formal y legalmente, estaba absolutamente imposibilitada de llevar a cabo por cuanto los hechos señalados, necesariamente,  fueron ejecutados por funcionarios competentes, condición que la señora jamás tuvo.

Me viene a la mente el monje siberiano Rasputín quien hizo y deshizo a su antojo en el seno de la corte de los Romanov poco antes de la revolución rusa invadiendo todos los sectores, incluidas las alcobas de los nobles, “pasando por las armas” a incontables damas ansiosas por ser favorecidas con sus atributos, razón que, sin duda alguna, originó su asesinato y mutilación. ¿Por qué? Por cuanto percibo que se está asesinando, públicamente, a la señora Heredia.

¿Acaso, subliminalmente, los fiscales consideran a la señora una “Rasputina”  criolla y moderna achacándole el haber hipnotizado/manipulado a su antojo, albedrío e interés, las voluntades de innumerables personajes, ellos sí reales funcionarios autónomos y con capacidad de decisión, para que hicieran lo que imbuía en sus mentes con el fin último de rapiñar el erario en su provecho?

En mi condición de lego en materias penales y legales pero apelando al simple sentido común y a mi m/m nutrida experiencia como funcionario; no logró entender cómo alguien, pensante y racional, puede acusar a una persona - por el simple hecho de haber  ostentado el cargo honorífico de primera dama -  de delitos que jamás de los jamases hubiera podido perpetrar.

Nadie podría negar que el comportamiento de la señora Heredia, durante el tiempo que su esposo ejerció la presidencia de la República, fue sui géneris, siendo una de las más notorias y reiteradas muestras de ello su presencia en primer plano,  cual fiscal o avalista, cada vez que el presidente juramentaba  a los ministros de Estado.

¿Exhibicionismo? ¿Huachafería? ¿Promocionándose para suceder al esposo en el siguiente proceso electoral? Cada quien es libre de interpretarlo como crea conveniente. Sin embargo, a pesar de los “cuchocientas” mil normas vigentes en el país, ninguna penaba ni sancionaba su participación en tales actos como tampoco el que opinara y cambiara ideas con quien creyera conveniente prestarle atención.

Me motiva la aparición de un flamante colaborador eficaz achacándole a la señora Heredia un crimen incalificable recibiendo el inmediato beneplácito de la fiscalía:



Perpetró el  delito, casi comparable al de traición a la patria en tiempos de guerra, de convocarlo para hacerle saber la disposición de su esposo para designarlo ministro de Energía y Minas.

Este infeliz,  cuyo nombre no precisaré por higiene mental, con su reciente actitud, está confirmando que en gran medida la desastrosa situación que afronta el país frente a la formidable que debería estar mostrando al mundo, se debe a que cualquier pobre diablo, desde tiempo atrás, viene asumiendo tanto carteras ministeriales como otros importantes cargos de gobierno.