NI DENGUE NI CORONAVIRUS: ¡SEQUÍA!

(Piura, 09 marzo 2020)

Luis Gulman Checa

La real y auténtica amenaza pendiendo sobre Piura no son ni por asomo las señaladas en el epígrafe, que podrían afectar la salud de unas cuantas personas, sino la declarada y evidente sequía  - que solo un milagro revertiría  - que, si  igualara a las extremas que antaño sufrimos, tendría consecuencias impredecibles e inimaginables. ¿Por qué? Por cuanto aquéllas se produjeron cuando la agricultura departamental dependía, únicamente, de los aportes de los ríos, de modo que su presencia solo restringía la siembra.

Sin embargo, el notable progreso logrado con el transcurrir del tiempo, cuya máximo logro fue la derivación del agua del río Chira al valle del Piura con la construcción del reservorio de Poechos con una capacidad de 880 MMC para garantizar el riego en los valles, cambió radicalmente el panorama y, a pesar de la malhadada Reforma Agraria que significó un aleve puñal clavado a la actividad agropecuaria departamental, con el paso de los años la agricultura de cultivos permanentes (los cuales, por definición, requieren disponer de agua permanentemente)  alcanzó grandes niveles de desarrollo.

Estos envidiables emprendimientos, para cubrir sus necesidades de agua para el riego, literalmente, se colgaron de las vías por las que discurría la derivada, de modo que si las mismas, a causa de la presencia de una sequía extrema, quedaran secas, es fácil imaginar la catástrofe que ello significaría.

¿A quiénes me refiero?

·         A Cieneguillo (usuario legal y legítimo)
·         A todos quienes instalaron bombas en el Canal de Derivación (¿prostituyéndolo?) desarrollando inmensas plantaciones de valiosos cultivos de raíz.
·         A quienes, colgándose del agua derivada del Chira al Piura entregada en Curumuy, desarrollaron formidables plantaciones de alta productividad en el valle del Medio Piura.

Si lo expresado estuviera m/m acorde a la verdad, considero que nuestras autoridades ¿competentes?, medios de comunicación, adalides, opinantes, colectivos cívicos multiplicados sin fin, etc.,; estarían pecando por imperdonable omisión al gastar tinta y tiempo alarmando a la población por unos males que podrían ocasionar unos cuantos fallecidos, mientras, paralelamente, son incapaces de vislumbrar que, si se concretara el panorama descrito, los muertos no serían unos cuantos sino, figurativamente, incontables si las citadas plantaciones quedaran privadas de agua.

Termino con una llamada de atención: En Lambayeque ya saltó la liebre.