FÚTBOL: LUZ Y SOMBRAS

(Piura, 12 marzo 2020)

Luis Gulman Checa

El fútbol, el rey de los deportes, el día de ayer sirvió de termómetro para medir tanto la grandeza de espíritu como la falta de voluntad y/o promiscuidad moral,  a través de dos enfrentamientos materializados en ciudades distanciadas por miles de kilómetros: Liverpool en Inglaterra y Buenos Aires en la Argentina.

En el primer caso, curiosamente, el factótum del monumental ejemplo de tesón, coraje y voluntad demostrados por los jugadores del Atlético de Madrid, fue un argentino: El “Cholo” Simeone, en mi opinión el mejor y más grande entrenador y/o conductor de equipos de fútbol del mundo por cuanto tiene el don de ¿inyectar? a sus jugadores una droga milagrosa y desconocida para el resto de sus colegas: la “Corajina”, la cual, a diferencia de todas las disponibles en el mercado cuyos efectos desconozco porque jamás las he probado, imbuye a quienes la consumen  un espíritu de lucha incontenible que, así como superan en el campo a 11 hombres como ellos, igual resultado obtendrían de tener al frente 11 dragones echando fuego.

Ayer, en calidad de visitante y en partido de vuelta luego de haberse impuesto en su terreno por un gol a cero, el Atlético de Madrid enfrentó al Liverpool ostentando y defendiendo su condición de campeón vigente de la Champions, lo que permitió al mundo entero, gracias a la tecnología de las comunicaciones, ver y sentir, en vivo y en directo, una hazaña inconmensurable: El Atlético del “Cholo”, jugando de visitante en un estadio abarrotado, mayoritariamente, por furibundos hinchas ingleses, tras acabar el tiempo reglamentario con el score 1 a 0 llevándolos a jugar tiempo suplementario, derrotó en su campo al orgulloso y vigente campeón de Europa, dejándolo fuera del torneo

¿Por qué engrandecer tanto a Simeone por un triunfo? Consideremos que, a diferencia de otros equipos de primer nivel que permanentemente refuerzan sus líneas contratando jugadores en ascenso que van perfilándose por el mundo entero, en el caso del Atlético de Madrid, para la presente campaña, había perdido varios jugadores clave: el uruguayo Diego Godin, el brasileño Felipe Luis y el francés Antoine Griezmann; sin embargo, siendo los dos primeros defensas, la condición de casi inaccesible del arco defendido por Oblak, sigue tan férrea como antaño. ¿Por qué? Sin duda, el ojo del “Cholo” y la “Corajina”.

Mirando la otra cara de la moneda y cambiando de hemisferio, el fútbol también sirvió para mostrarnos la pobreza moral e incuria de un equipo de fútbol, el cual, para desgracia de los peruanos, ostentando el título de campeón nacional, no solo cayó derrotado por 8 goles a cero en el campo del River Plate argentino, sino que dio vergüenza y/o pena y/o asco, mostrando como única persona rescatable y respetable, al arquero Raúl Fernández.

Afeando más el estado de nuestro fútbol, en el Centenario de Montevideo, el boliviano Wilstermann,  apenas fue derrotado por el Peñarol por un gol a cero.