DEPLORABLE ALARMISMO

(Piura, 02 marzo 2020)

Luis Gulman Checa

Si Piura y el Perú tuvieran un estatus tal que el paraíso terrenal pudiera calificarse como chancay de a medio, sería entendible que el terror hiciera presa de nosotros ante el inminente peligro  que el maldito virus originado en la China viniera a perturbar nuestra paz y sosiego. Sin embargo, ubicándose nuestro estado  en las antípodas de tan soñada condición, merece calificarse como inconmensurable huachafería el tremendo laberinto/alboroto desatado por medios y opinantes ante el “terrible peligro” que nos amenaza.

Pensando mal si queremos pensar bien, quizá debiéramos preguntarnos lo siguiente:

Tras el desborde de lamentos por la falta de recursos para combatir virus tan maligno, ¿no se esconderá el afán de seguir practicando el deporte generalizado en el país denominado “sangrar el erario”?

Los alarmados ante la amenaza se escudan en el precepto que califica la vida humana como sagrada, ergo, como el virus causa la muerte - según los expertos - del 1% de las personas infectadas, debemos tomar las máximas precauciones (destinando recursos económicos) para preservar la vida de los peruanos.

La huachafería señalada alcanza el ridículo más espantoso cuando paralelamente al afán por protegernos de tan “terrible flagelo”, en nuestro país, cotidiana y permanentemente, sufrimos el azote, real y concreto, de innumerables ¿virus?, los cuales, sin la menor duda, originan mil veces más perjuicios de los que originaría el chino si llegara:

·         La anemia hace presa de un alto porcentaje de niños;
·         Los establecimientos públicos de salud son asolados por graves deficiencias de diversa índole, siendo los responsables de incontables fallecimientos no cuantificados;
·         Cotidianamente se generan decenas de occisos en accidentes de tránsito a lo largo y ancho del país;
·         La carencia del servicio de agua potable y alcantarillado, muy importante para la vida y la salud, es desconocido por un altísimo porcentaje de peruanos;
·         Continúe usted, estimado lector (a).

Por lo expresado líneas arriba, alguien podría raciocinar del siguiente modo:

Ojalá llegue el virus y afecte en primer lugar al crítico llevándolo a la tumba. Si así fuera, merecería el descanso.