PIURA Y EL AGUA (I)

(Piura, 04 marzo 2020)

Luis Gulman Checa

Nuestro departamento de Piura posee un fenomenal potencial como productor agropecuario, siendo suficiente observar el mapa de la costa peruana para confirmarlo. Sin embargo, para que los cultivos y la ganadería prosperen, obligadamente requieren de un insumo imprescindible: el agua.

Nuestros dos grandes valles, el Chira y el Piura, cuentan con sus respectivos ríos con características diferentes. Así, mientras el Chira es de régimen constante, el Piura (definido por Eduardo Woodman como quebrada), discurre eventualmente con caudales que van desde cero hasta miles de metros cúbicos por segundo, razón por la que la agricultura, antaño, era esporádica.

Desde décadas atrás piuranos empeñados en nuestro progreso bregaron y porfiaron por la ejecución de una obra que caía de madura como la obvia y conveniente derivación de las aguas del río Chira para irrigar las fértiles tierras del valle del Piura.

Sin embargo, milagrosa y felizmente (desconozco él o los impulsores), mucho antes de concretarse tal anhelo, durante el gobierno del General Manuel Odría (1948-1956), se puso en marcha el desarrollo de la Colonización San Lorenzo derivando aguas del río Quiroz, tributario del río Chira, para almacenarlas en un reservorio, sobre el río Chipillico, también tributario del río Chira, con una capacidad inicial de almacenamiento de 250 MMC.

Tan luego quedó concretada la derivación, antes que la Colonización empezara a funcionar, las aguas del río Quiroz se constituyeron en una bendición para una parte del valle del Piura al haberse utilizado para irrigar tanto haciendas ubicadas en el Alto Piura, aguas abajo de Chulucanas, como fundos del Medio y Bajo Piura aguas abajo de la quebrada de San Francisco, vía usada para llevar el agua del Quiroz al valle del Piura.

Este período comprendido entre 1958 y 1964 puede calificarse como el de las vacas gordas por cuanto durante el mismo no hubo ningún año de lluvias fuertes de modo que el algodón, cultivo predominante y enriquecedor, prosperó de maravilla en los valles piuranos repartiendo riqueza y bienestar por doquier.

En este período, impulsados también por la existencia del Banco Agropecuario en perfectas condiciones y gozando de buena salud, los agricultores se abocaron a la perforación de pozos profundos para extraer agua del subsuelo a fin de complementar/asegurar el eficiente riego de los cultivos  debido a que el agua proveniente del río Quiroz era limitada.

Esta explosiva perforación de pozos se llevó a cabo tanto en el Alto Piura como en el valle Bajo, aprovechándose la comprobada riqueza de ambos acuíferos.

Dejemos de lado la agricultura y refirámonos a la ganadería, la otra gran riqueza piurana por ahora suspendida, que en aquellas épocas, con los subproductos derivados de la producción de la finísima fibra de algodón Pima piurano: pasta, cáscara y rastrojos, equivalieron a maná caído del cielo para el gigantescvo desarrollo de la ganadería de carne y de leche.

Así, entonces, hasta el año 1964, Piura era un oasis en el que reinaba la abundancia, como lo demostraba, entre otras señales, el incesante tránsito de camiones cargando sacas de algodón a las desmotadoras como otros dirigiéndose a la capital llevando vacunos gordos y lozanos.