CAMINANTES SUICIDAS
(Piura, 22 mayo 2021)
Luis Gulman Checa
La ciudad de Piura está plagada de personas,
aparentemente normales y pensantes, quienes irresponsablemente ponen su vida en
riesgo ante cada paso que dan al haber
sido infectadas por el maldito y nocivo virus hijo de la - ¿maldita o bendita? -
tecnología clasificado como Telefunos
celularis.
En concreto, me refiero a quienes, tal y como
si se desplazaran sobre un lecho de rosas en vez de estar
transitando sobre un terreno escabroso plagado de trampas mortales similares a
las minas de guerra, avanzan por las derruidas aceras parloteando a través de su teléfono celular tal y como si
de esa conversación dependiera, por ejemplo, el despegue al infinito de su
familia o el caer en la más atroz inopia.
Digresión:
Modesta pero con total franqueza considero el
colmo de la huachafería tales actitudes al querer dar la impresión que tales
personas tienen dos características: Su tiempo es más valioso que el oro y sus
opiniones son vitales para que el mundo no colapse.
¿Acaso se requiere tener una mente brillante
para detenerse en la vereda sin obstruir el paso a los viandantes para realizar
o responder alguna llamada, como, sin duda harían los jumentos si ya hubieran sido infectados por
tal moda?
Sin embargo, para nuestra vergüenza, los
citados devienen en mentes privilegiadas comparados con los salvajes/energúmenos
quienes, en tránsito por una vereda en el sentido del tránsito vehicular y sin
mirar a ningún lado, invaden abruptamente la calle cruzándola diagonalmente
hasta la otra acera con toda la atención puesta en la conversación que sostiene
por el citado aparato.
Cuando observo a tales salvajes siempre me
viene a la mente la siguiente interrogante:
Si una de estas “bestias”
fuera atropellada y muerta por un vehículo, ¿habrá algún juez, peor que el fallecido, que
encane al infortunado conductor?
Siendo el tema el suicidio potencial, no
podemos olvidar a quienes se zurran en las rayas pintadas en las esquinas
llamadas “Cebras”, cuyo objetivo es marcar el lugar por el que los transeúntes tienen
preferencia para cruzar la calle/avenida
cuando no hay semáforo. Así, estos salvajes cruzan por donde les nace del forro poniendo
en riesgo no solo su vida sino, convirtiéndose en trampas ambulantes para joder la vida a inocentes conductores.