El GORE EN CUIDADOS INTENSIVOS
(Piura, 21 mayo 2021)
Luis Gulman Checa
Así como una persona recuperándose del maldito
Covid al asomarse a su puerta recibe tres balas perdidas y, además, entre otros males, su presión
sanguínea es un desastre al variar cual sube y baja, y, milagrosamente,
continúa respirando, sin la menor duda
tendría que estar en una súper unidad de cuidados intensivos; así también el
GORE, afectado por figurativos patógenos que dejarían a los males del ejemplo como
simples contratiempos, necesariamente
tendría que permanecer sedado/paralizado/dormido, es decir, no realizar
movimiento ni actividad alguna para evitar que el dinero público continúe
evaporándose.
Me motiva una sorpresiva y atroz información
aparecida en “Correo”, edición de la fecha:
GORE volverá a licitar
centro de salud de Máncora.
El gerente regional, Jesús Torres, señaló que el nuevo
expediente técnico estaría lista es el mes de junio de este año.
Continuando con las semejanzas, recordemos la
lógica y racional disposición del gobierno dejándonos encerrados en casa cuando
se determinó la presencia del Covid entre nosotros habida cuenta que su
propagación es por contacto entre una persona y otra. Así, entonces, resultaba
imprescindible el aislamiento.
El GORE también está asolado no por un mal sino
por varios y no ha sido afectado recientemente sino desde tiempo atrás y la purulencia ha ido
incrementándose imparablemente. Sin embargo, tales males no matan cristianos
como el Covid sino solapadamente a raíz del mal uso, desperdicio o simple y
vulgar robo de los recursos públicos puestos a su disposición. En consecuencia,
ante realidad tan evidente e innegable
deviene del más elemental sentido común, como se dice coloquialmente, CERRARLE
EL CAÑO, como medida
imprescindible para salvaguardar nuestros escasos recursos, por cuanto, como
está demostrado hasta la saciedad, la combinación mortal de ignorancia y
corrupción que lo tiene asolado, lo ha vuelto un ente inútil y despreciable.
Plantearé otra comparación para entender el
crimen/irracionalidad implícitos en que el GORE, amparándonos en el calamitoso
hecho que la ciudadanía lo puso en manos del actual mandamás, es intocable y
debe seguir hundiéndonos hasta la culminación del mandato del verdugo de turno:
Imaginemos a un médico
cirujano graduado en una Universidad de primer nivel al cual, abruptamente, los
pacientes se le empiezan a morir en plena sala de operaciones mientras extirpaba
apéndices. Parece aceptable un paciente fallecido, pero, si sumaran 25 en el curso de un mes, ¿sería razonable
permitirle seguir operando?
La lista de “muertos”
que el GORE carga en sus espaldas es interminable.