DESTRUIR ES FÁCIL

 

(Piura, 03 mayo 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

Recordemos imágenes de conflictos armados cayendo bombas por doquier destruyendo, en un santiamén, centenarios y magníficos edificios que demandaron mucho tiempo, tremendos esfuerzos y grandes montos de dinero invertido para lograr la majestuosidad que mostraban. Sin embargo, bastó y sobró una mente desquiciada, como tantas que fatalmente  aparecieron en el pasado, para ser borrados de la faz de la tierra.

 

Hay otras  guerras que no se libran con bombardeos, trincheras ni interminables ráfagas de  ametralladora, sino, en el transcurso der un proceso electoral, pues, aunque pueda parecer exagerado, el enfrentamiento entre dos candidatos para definir el ganador realmente se trata de una guerra soterrada, como es el caso que se viene dando en el Perú.

 

Así, de un lado,  el evidente y declarado seguidor y adorador tanto del Atila real como de su sucedáneo peruano, Juan Velasco Alvarado, quien viene anunciando que, tan luego asuma el poder, destruirá todos los figurados edificios existentes en el país con el  utópico propósito de implantar la “justicia social”, es decir, demostrando no tener memoria o ser un ignaro absoluto, pasa por alto que m/m medio siglo atrás, el citado “Atila” peruano, aplicó tal medicina sumiendo al país en la ruina y, a los  supuestos bienaventurados y bendecidos, en el hambre, el abandono y, finalmente, la desesperación.

 

Digresión:

 

Con todo respeto, considero que hay que ser sub desarrollado mental o idiota absoluto para votar por un seguidor de los sátrapas venezolanos.

 

Al frente está Keiko Fujimori, quien, a pesar de la pesada “mochila” que cargaba en su espalda, tanto por sus recientes decisiones como por la discutida gestión de su progenitor, se impuso a los dos o tres candidatos potables, quienes como ella misma,  portaban la camiseta de la defensa del orden y la democracia. Ella,  sin la menor duda, no derribará ningún figurado edificio y es promesa de un gobierno que, no solo haga olvidar las manchas que tuvo el de su padre, sino que debería acelerar la recomposición del país en todo  sentido.

 

Entonces, si la masa electoral estuviera conformada por seres pensantes, racionales y, además, debidamente informados, el nefasto seguidor de Atila quizá obtendría los votos de algunos familiares más el suyo propio. Sin embargo, considerando los pasados pronunciamientos de tal masa encumbrando  una larga  lista  de auténticos rufianes y reales traidores a la patria, se ha generado un estado de duda respecto al resultado. Así, entonces, un ruego:

 

Señor: ilumínanos el próximo 06 de junio.