ANALIZANDO A PIURA

 

(Piura, 27 abril 2022)

 

Luis Gulman Checa

 

Se me ocurrió que, a semejanza de los análisis y controles periódicos que debemos practicarnos las personas para detectar cualquier mal que pudiera estarse propagando traidoramente en nuestro organismo dirigiéndonos a la tumba, era conveniente someter a Piura a un control semejante, aunque, obviamente, siendo imposible analizar sangre, solo quedaba buscar otros parámetros para determinar cómo andaba, figurativamente, de salud.

 

Fatalmente, tras la inmediata constatación de atroces y malignos síntomas, el diagnóstico fue lapidario:

 

En cuidados intensivos, Santos Oleos recibidos esperando el telegrama de San Pedro.

 

Síntoma # 1:

Es la única capital departamental que no cuenta con un estadio para el fútbol.

 

Síntoma # 2:

Es la única capital departamental cuyas calles y avenidas fueron invadidas por moto taxis y motocicletas prestando servicio de transporte de pasajeros.

 

Síntoma # 3:

Es el único departamento cuya empresa de saneamiento no es manejada por las municipalidades, pues, recordemos, fue embargada por el Estado muchos años atrás bajo el falaz argumento que debía ingentes sumas de dinero al FONAVI por las obras que éste había realizado ante la incapacidad de los alcaldes.

 

Síntoma # 4:

Transcurridos largos años que el local del Colegio San Miguel fue declarado patrimonio de Piura por lo que debía rehabilitarse quedando remozado e impecable, continúa tirado, abandonado y destruyéndose convertido en un real monumento a la incapacidad, felonía y corrupción de las autoridades que, en vez de cumplir el cometido, se zurraron en sus deberes y obligaciones.

 

Síntoma # 5:

Debiendo ser un emporio agropecuario de resonancia mundial por el volumen de los productos exportados, debido tanto a sus condiciones naturales como a las grandes obras de infraestructura hidráulica, San Lorenzo y Chira Piura; viene produciendo una ínfima porción de lo que debiera por la incalificable estupidez de regalar la  VALIOSÍSIMA AGUA REGULADA, además de las secuelas aún visibles de la maldita Reforma Agraria  que destruyó el Aparato Productivo; desgraciadas circunstancias que, para nuestro oprobio, entronizaron el cultivo de arroz.

 

¡Qué   bestialidad!