MEZCLANDO PAPAS CON CAMOTES

 

(Piura, 29 abril 2022)

 

Luis Gulman Checa

 

¿A quién si no al alcalde de Piura alude el epígrafe? Pues, según portada de “El Tiempo” de la fecha cometió tal error en sus declaraciones, las cueles, curiosamente, son  constantemente resaltadas por el diario:

 

“No vamos a permitir que nos tomen por tontos”

 

Alcalde J.J. Díaz anuncia operativos diarios contra extranjeros que delinquen o se prostituyen, para recuperar la tranquilidad en la ciudad.

 

Sin embargo, antes de entrar al meollo del asunto considero punible y detestable la xenofobia implícita en tales declaraciones, por cuanto, teniendo en cuenta el aserto que dice la caridad empieza por casa, es incalificable su decisión de enfilar sus baterías contra ciudadanos extranjeros dejando cancha libre a delincuentes y putas nacionales, los cuales, según su errado criterio, debieran ser sus primeros objetivos.

 

Ahora sí, al grano respecto a la referida mescolanza.

 

Considero un tremendo error meter en el mismo saco a delincuentes de todo jaez (ladrones, raqueteros, estafadores, sicarios) con tranquilas y desarmadas féminas quienes (se supone) libre y voluntariamente ofrecen los llamados “servicios sexuales” sin armar bochinches, tomar carreteras, romper lunas de municipios ni originar ruidos estentóreos jodiendo a la población como sí hacen los deficientes mentales que hacen tronar los cláxones por las puras, los  conductores de triciclos ofreciendo helados o las reales bestias conduciendo motos y autos con escape libre.

 

Reconociendo mi absoluta ignorancia sobre temas ligados al Código Penal (entre muchos asuntos sobre los que soy ignaro), sería deseable que la referida autoridad precisara qué norma, artículo o canon del citado Código prohíbe que una fémina, bien dotada, mejor vestida, sonriente y provocativa (para hombres auténticos) se pasee por esquinas o arterias de la ciudad sin alterar el orden ni joderle la vida a ninguna persona, pues, lo que le conviene es llamar la atención, única y exclusivamente, de varones en la edad adecuada y con los recursos para requerir sus servicios.

 

Si hubiera un adarme de sentido común en la actual administración municipal, en vez de acometer contra las “trabajadoras sexuales”, existentes desde el principio de los tiempos, desde que asumió el cargo debió abocarse, con todas las armas disponibles, a erradicar, desaparecer y/o borrar del mapa a los miles de auténticos violadores de las normas como son los miles de individuos que, zurrándose en disposiciones del ente que dirige, prestan servicio de transporte de pasajeros en motocicletas.