ALBRICIAS: DISTRITOS EN EMERGENCIA
(Piura, 15 octubre 2022)
Luis Gulman Checa
Ayer nos enteramos de la gratísima noticia que
el Poder Ejecutivo (Pedro Castillo y su banda) había declarado Estado de
Emergencia en 11 distritos de nuestro departamento debido a la atroz sequía que
los venía asolando, razón por la que los sufridos agricultores, aliviados y
agradecidos, esperan formidable asignación de recursos públicos (de todos los
peruanos) para lidiar con tan brutal escasez hídrica, según expresión de don
Ilich López. Asimismo, don Arnulfo Adrianzén sentenció: “mientras no se hagan
reservorios la sequía va a seguir”.
Tal declaratoria tendrá una vigencia de 60
días, lapso durante el cual “deberán ejecutarse medidas y acciones de
excepción, inmediatas y necesarias, de respuesta y rehabilitación”.
Vayamos analizando semejante disparate. En
primer lugar, la sequía no es una situación de catástrofe al tratarse de algo
perfectamente natural que viene dándose desde el inicio de los tiempos, siendo
imposible para el hombre, por rico que sea, desaparecerla haciendo variar el clima a su antojo.
Personalmente, habiendo estado dedicado al
campo más de cuatro décadas, afronté tanto situaciones de sequía como del
extremo opuesto, lluvias diluviales.
Sin embargo, no recuerdo haber recibido dádiva
alguna del Estado jamás de los jamases por cuanto antaño “bailábamos con
nuestro propio pañuelo”.
Si nos vamos más atrás en el tiempo, hasta
inicios de la década del 50 del siglo pasado, cuando la sequía departamental fue
larga y atroz, sería bueno que los “expertos” y “estudiosos” nos informaran si
se declaró Estado de Emergencia y, si así hubiera sido, cuántos millones de soles
destinó y/o repartió (limosna) el Estado para paliar la difícil situación.
Volvamos al tiempo presente preguntándonos cómo
se manejarían y/o administrarían los (supuestos) 500 millones de soles que el
Estado destinaría para atender la actual sequía (en realidad, de dos por medio),
teniendo presente que, cuando rigen Estados de Emergencia, los procedimientos
legales quedan en suspenso, razón por la que los responsables de afrontar el
problema hacen y deshacen a su libre albedrío.
Entonces, estimados, estando siendo saqueado el
Estado peruano por todos los niveles de gobierno, empezando por el Ejecutivo y
su máximo representante, ¿debería ser motivo de felicidad la citada declaración
de Estado de Emergencia o, por lo contrario, debemos rogarle al Señor Cautivo
de Ayabaca que interceda, en unión de Santos y Vírgenes, para que el anunciado
asalto a recursos del erario no se llegue a concretar?