D E S I L U S I O N A N T E
(Piura, 04 enero 2022)
Luis Gulman Checa
Preguntémonos si los medios de comunicación
AUTÉNTICOS (lo opuesto a tal calificativo lo vimos cuando Vladimiro Montesinos
corrompió a varios propietarios de medios, especialmente canales de TV, para
que propalaran lo que él indicaba) deben estar, íntegramente, el servicio de la
comunidad, es decir, preocupados por que cunda el bien común o, por lo
contrario, al servicio de apetitos e intereses de individuos, los cuales, por
lo general, no solo son indefendibles sino tóxicos.
Me motiva una larga entrevista al alcalde de
Piura (Señor, perdónanos por votar tan salvajemente) quien, supongo, salió
elegido por su eslogan de campaña:
PIURA BONITA
“El Tiempo”, obviamente, lo entrevista dándole
la oportunidad de explicar las razones por la que su promesa no pudo ser
cumplida, estando éstas, según el entrevistado, sintetizadas en el epígrafe:
“Para una Piura bonita
los piuranos deben tomar la decisión de cambiar”
Le recuerdo al entrevistado el conocido refrán:
“La letra con sangre entra”, implicando que para educar hay que tener mano
dura, es decir, castigar a aquel que no entiende por las buenas. Entonces, como
Piura no solo no se tornó bonita sino
que, para nuestra desgracia, la suciedad, desorden y caos se incrementaron al
infinito, al elección del entrevistado como alcalde provincial de Piura (sin
siquiera ser piurano ni tener antecedente alguno que lo avalara) fue una
fatalidad más abatida sobre nuestra tierra, en el caso presente, por el
terrorífico mal, mil veces peor que el Covid: la ELECCIONITIS.
Para que todo el mundo entienda, incluido el
alcalde, pondré un ejemplo figurado y extremo referido a la forma de educar, en
el término de la distancia, a toda la población:
Edicto Municipal:
El Pleno del Concejo Provincial de Piura ha
tomado, unánimemente, el siguiente acuerdo:
“A partir del primer día del próximo mes de
febrero, todas las lunas de los vehículos que hagan sonar el claxon serán
destruidas a martillazos por servidores municipales encubiertos diseminados por
la ciudad”.
¿Cree usted, estimado
lector, que volvería a tronar algún claxon?