COLEGIO SALAVERRY: VÍCTIMA DEL CAOS
(Piura, 10 septiembre 2021)
Luis Gulman Checa
Me motiva la columna del educador Alberto
Santana publicada la víspera en “El Tiempo”, clara y reveladora del brutal e
imparable caos/desastre/saqueo abatido sobre
la Obra Pública, pues, la construcción del nuevo local del colegio
Salaverry de Sullana, obra adjudicada el mes de noviembre del año 2015
con un plazo constructivo de 360
días, transcurridos casi seis años,
se encuentra tirada y abandonada sin que nadie rinda cuentas.
Lo he dicho y lo reitero:
Ante el obvio e
innegable caos que se abatió sobre la Obra Pública, deviene en estúpido e
irracional continuar convocando licitaciones porque el sistema está gravemente
enfermo (por no decir corrompido hasta el tuétano), razón por la que es
imprescindible sanarlo/recuperarlo para que, una vez plenamente restablecido,
retome la tarea.
Para que todo el mundo entienda, preguntémonos
si el DT de algún equipo de fútbol enviaría a la cancha un jugador con la tibia
fracturada. Siendo la respuesta obvia, la figurada lesión que afecta a la Obra
Pública deja a la fractura de tibia como un levísimo inconveniente.
Sería deseable que algún medio convocara una
rueda de “súper expertos” para que examinaran el grave estado del paciente,
determinara cuáles fueron los factores que lo tienen, figuradamente, con el pie
en el cementerio, y, también y lógicamente, extendiera la receta para
devolverle la salud.
Digresión:
En mi condición de ignaro absoluto ubicado en
el polo opuesto de los citados expertos, recomendaría lo siguiente: cortarle
las bolas, sin anestesia y en la Plaza de Armas a los obvios responsables,
empezando por los miembros de los Comités de Adjudicación. (*)
Por si alguien considerara excesivo el
planteamiento expuesto le ruego abra ojos y mente para constatar que nuestros
recursos (el dinero que roban es de todos y cada uno de los peruanos),
incalificablemente están siendo echados al desagüe, calificativo adecuado para
los bolsillos de la recua de corruptos que viene haciendo cera y pabilo de
nuestro dinero.
(*) En el caso de las
féminas, habría que determinar qué se les cortaría.