R E M E M B R A N Z A S
(Piura, 28 septiembre 2021)
Luis Gulman Checa
La espantosa, vergonzosa y ridícula situación
que viene atravesando nuestro país a consecuencia de la elección de Pedro Castillo
como presidente de la República, retrotrajo mi mente más de medio siglo atrás
cuando nuestros “hermanos” del sur, los chilenos, eligieron a Salvador Allende.
Vayamos comparando: mientras Allende se había
sometido a Fidel Castro, el destructor de la antaño próspera Cuba; Castillo,
para nuestro asco y vergüenza, se siente inspirado por el accionar de un real y
verdadero criminal como tiene que calificársele a Maduro, el usurpador
venezolano, como lo prueban fehacientemente sus millones de compatriotas huyendo de su antaño próspero
país para no morir de hambre.
Allende se mantuvo en el cargo tres años más
una semana, tiempo durante el cual muchos chilenos salían de su país,
literalmente, con lo que tenían puesto,
por cuanto estaba más claro que el agua que su deseo era convertir Chile en la
Cuba esperpéntica creada por Fidel
castro. Siempre me he preguntado cuál habrá sido la razón que le permitió
permanecer tanto tiempo en el poder, pues, planteando una comparación, siendo
su gobierno una real GANGRENA, el remedio debió aplicarse tan luego se declaró
el mal, es decir, amputándolo.
A simple vista se aprecia que la elección de
Castillo - demostración indiscutible que la democracia es un manjar demasiado
delicado para nuestros burdos paladares - amenaza con destruir nuestro país
lanzándole una bomba mil veces más destructiva que la proyectada por Allende.
Así entonces, deberíamos plantearnos la siguiente reflexión:
¿Será que la mayoría de
peruanos somos tan ignaros y salvajes que vamos a permanecer cruzados de brazos
mientras quienes aupamos, estúpidamente, al poder declaran a los cuatro vientos
que su intención es convertir el Perú en un infierno como la actual Venezuela?
Confirmando lo expresado ut supra no perdieron tiempo en poner en el tapete una nueva
Reforma Agraria, cuando tal actividad viene repuntando tras haber sido
destruida por la primera a cargo del “Atila” Juan Velasco Alvarado. ¿Acaso
están pensando poner los grandes desarrollos y emprendimientos repartidos a lo
largo de la costa en las manos de sus “explotados y abusados” trabajadores?
Como la esperanza nunca debe perderse, espero,
confío y ruego que en el curso del próximo mes, Octubre, cuando veneramos tanto
al Señor Cautivo de Ayabaca como al Señor de los Milagros, el Cristo Morado,
inspiren a quien deba salvarnos la vida tal y como sucedió en Chile en
septiembre de 1973.